Gente corriente

Dani Serralta: «Viajar es una droga dura, siempre quieres más»

Desde Tanzania dirige la agencia de expediciones por África Endake. Los masais le conocen como «el leopardo».

«Viajar es una droga dura, siempre quieres más»_MEDIA_1

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MAYKA NAVARRO

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-¿Cómo diablos puede vivir la gente pagando 2,15 euros por un viaje de metro en Barcelona? Es una locura.

-Cualquiera diría que ha vivido sus 37 años fuera de España.

-Me fui de casa con 23 años y todavía no he regresado. Vengo de vez en cuando, pero me sigue sorprendiendo la locura en la que se ha convertido vivir en esta parte del mundo. Con ese dinero, en Tanzania desayuno, como y ceno en un buen restaurante local.

-Y seguramente es mucho más feliz.

-Siento que cada vez encajo más allá que aquí. Barcelona es mi ciudad, aquí están mis raíces y está mi familia. Quiero volver al barrio de Sants cuando sea mayor, pero reconozco que cada año que paso fuera se me hace más complicado imaginarme viviendo en esta locura.

-Caray, sí que le ha impresionado el precio del billete de metro.

-No es solo eso. Hace unos años que vivo en África, en Tanzania, y créame que pese a la dureza de ese continente es más fácil sobrevivir allí que vivir dignamente aquí. Allí todo es más fácil. Las cosas más sencillas. Persisten unos valores arraigados de respeto a la familia, a la tierra, a la naturaleza, a los animales, en los que no hay espacio para las estupideces con las que nos complicamos la vida en las zonas presuntamente más civilizadas. A mis vecinos en Arusha les preocupa si llueve...

-Aquí preocupa perder el trabajo.

-Es cierto, España vive en un estado de tristeza que te contagia nada más llegar. La crisis ha dinamitado el estado de felicidad. En cambio, como en África siempre se ha vivido en permanente crisis es mucho más fácil que la coyuntura económica no afecte al estado de ánimo. Allí abajo no hay miedo. De una manera u otra se sale.

-¿Qué hay allí abajo?

-Pura vida y mucha pasión. Para el viajero, África conserva la fórmula que rescata al aventurero que todos llevamos dentro.

-Seguro que no soy nada original si le digo que me recuerda a Cocodrilo Dundee.

-Me vi todas sus películas, pero quienes me influyeron fueron los exploradores de verdad. Soñaba con ser Richard Francis Burton y que le acompañaba en su expedición en busca de las fuentes del Nilo. Uno de los primeros libros que me regalaron mis padres fue La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne, que conservo como un tesoro. Mis padres son los responsables de haberme convertido en un insaciable de la aventura. Nunca podré agradecerles la pasión por viajar que me inculcaron. Debieron sufrir mucho, me detuvieron en fronteras, sobreviví a cuatro malarias, trabajé en Camboya con minas antipersona y en algunos momentos pasé meses sin dar señales de vida, pero nunca intentaron arrebatarme mi pasión por el viaje y la aventura. Al contrario. Cuando mi padre dejó de viajar por culpa de una enfermedad contra la que aún lucha con valentía me regaló mi primera cámara digital y me dijo: «Ahora serás mis ojos. Ve y cuéntamelo».

-Creía que los hombres duros no lloran.

-El amor por mis padres me emociona. Algún día espero saber transmitir esa misma emoción por la aventura a mis hijos.

-Cuénteme cómo se siente la aventura.

-¿Conoce el sonido del tan tan africano? Pues siento una voz interior que suena como un tambor y me mueve a descubrir. Viajar es una droga dura. Cuanto más viajas, más quieres. Necesitas ir cada vez más lejos. No puedes parar. A los aventureros nos invade la curiosidad y el romanticismo. Somos unos apasionados de la vida.

-Caray, estoy perdiendo el tiempo.

-A solo una hora de mi casa tengo elefantes, jirafas y leones. Usted, en cambio, si todavía tiene algún parque cerca de la suya no debe haber ni ardillas en él.