La cuñada de De Gispert utilizó el parentesco para trasladar a Alfonsa

Marina, la hija que Afonsa Reinoso denuncia que le fue robada, en primer plano, de espaldas, la semana pasada con unos amigos en Barcelona.

Marina, la hija que Afonsa Reinoso denuncia que le fue robada, en primer plano, de espaldas, la semana pasada con unos amigos en Barcelona.

V. VARGAS LLAMAS / J. G. ALBALAT / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La abogada ya fallecida Teresa Cervelló, esposa de Ignasi de Gispert (uno de los acusados por Alfonsa Reinoso del robo de su bebé) y cuñada de Núria de Gispert, actual presidenta del Parlament, utilizó su parentesco con la política democristiana para que Alfonsa ingresara en mayo de 1987, con 15 años y embarazada, en la Casa de la Jove, el centro católico de acogida en el que vivió hasta que dio a luz, un mes después.

Núria de Gispert, que entonces era secretaria general de Justícia (después fue la consellera), era muy conocida en la entidad social, con la que había colaborado en los años 70 como abogada voluntaria. Por esta razón, la entonces directora de la Casa de la Jove, Mercedes Porrera, acogió aquel mismo día a Alfonsa, con una premura inhabitual. Así lo contó a EL PERIÓDICO Javier Berzosa, abogado del centro de acogida y de Porrera, también acusada por Alfonsa en la querella. La exdirectora está jubilada y ha declinado efectuar declaraciones aduciendo su avanzada edad y un delicado estado de salud.

«Se acogió a Alfonsa por las características de la persona que la trajo y porque documentalmente cumplía los requisitos para residir en el centro», explica Berzosa. Según esta versión, Teresa Cervelló se presentó en la Casa de la Jove con la menor embarazada y le dijo a la directora que era la cuñada de De Gispert. En la entrevista, además, la abogada le enseñó unos documentos que a Porrera «le merecieron toda confianza». El letrado puntualiza que, no obstante, Núria de Gispert no hizo ninguna llamada telefónica ni gestión para que la menor fuera acogida en la casa.

TRÁMITES DE ADOPCIÓN / Hasta ese mes de mayo y tras haber sido apartada de sus padres por el Tribunal Tutelar de Menores, Alfonsa había vivido en la Residència Maternal Santa Eulàlia. «Cervelló aseguró a la directora que el hijo que iba a dar a luz la joven iba a ser acogido por una familia y que ella misma se encargaría de los trámites de la adopción», detalla Berzosa. Por qué fue trasladada Alfonsa de un centro de acogida a otro cuando le faltaba un mes para parir es una de las incógnitas del caso.

La exdirectora niega que ella acompañara a la menor embarazada a la clínica Dexeus para las visitas médicas, en contra de lo manifestado por la denunciante. Según Berzosa, «Cervelló, o una persona de su despacho, iba a buscar a la joven para llevarla a la clínica o salir de paseo. En ocasiones, les acompañaba una mujer que dijeron que era asistenta social y que podría ser la madre adoptiva del bebé», agrega el abogado. Tras el parto, el 18 de junio de 1987, Alfonsa volvió al centro. «Llegó sin el bebé y la directora supuso que ya se había dado en adopción. Estuvo unos días en la Casa de la Jove y después se fue», incide el letrado.

CHICA NO CONFLICTIVA / Alfonsa, según la exdirectora, era una niña guapa, «rubita y de tez pálida». No era problemática como otras adolescentes. No requirió atención especial, era tímida y educada. El abogado del centro considera extraño que una muchacha tutelada fuera atendida en una selecta clínica privada. Las embarazadas acogidas en el centro solían ser asistidas en el hospital de Sant Joan de Déu. «Siempre hemos seguido los protocolos de asistencia a chicas tuteladas. No se ha incurrido en ninguna responsabilidad penal. La Casa de la Jove está convencida del rigor de las personas que han trabajado con ella en los 60 años de su existencia», recalca el abogado.

La querella de Alfonsa denuncia que la directora de la Casa de la Jove, la ginecóloga de la Dexeus Victoria López-Rodó y C. R. [la madre adoptiva], «puestas en común contacto» por Ignasi de Gispert y su esposa, organizaron el robo de su bebé, del que le dijeron que había nacido muerto. La niña, Marina, iba a ser adoptada por el matrimonio Gispert-Cervelló, pero esta pareja la «cedió» a los que fueron sus padres adoptivos.