El mayor desastre ambiental de España
España acumula dramas ecológicos sin castigo
La sentencia sobre el vertido del Prestige es una más de las decisiones judiciales que dejan impune un suceso que se salda con un desastre ecológico en la historia reciente de España. Un impacto nocivo de similar magnitud al del petrolero griego se produjo en 1998 en la localidad sevillana de Aznalcóllar, donde se produjo el vertido incontrolado al río Guadamar de más de seis millones de metros cúbicos de lodo mezclado con arsénico, cadmio, mercurio y otros metales de elevada carga contaminante. El accidente se registró por la rotura de un depósito de residuos de las explotaciones de las minas de plomo, cobre y zinc de la zona. Buena parte del impacto ambiental recayó en el parque de Doñana.
La Junta de Andalucía reclamó infructuosamente por la vía penal que Boliden, la empresa sueca responsable de la explotación minera, asumiera los 89,9 milones que costaron las tareas de limpieza de la zona. El Gobierno autonómico apura sus opciones en la justicia por la vía civil. El Juzgado de Primera Instancia 11 de Sevilla se encargará del caso tras inhibirse al comienzo y derivarlo al Tribunal Supremo, que le ha ordenado que vuelva a asumirlo.
SINIESTRO EN EL GENIL / Otro juzgado sevillano tampoco determinó ningún responsable en la rotura del oleoducto Rota-Zaragoza, que también en 1998 liberó 400.000 litros de crudo al río Genil, a su paso por Écija. El vertido, debido a una bajada de presión, causó graves daños en las explotaciones agrícolas del entorno. La justicia absolvió a un técnico de la Compañía Logística de Hidrocarburos, único imputado, al considerar que el siniestro no era atribuible a una negligencia humana.
En 1978, otro petrolero griego, el Andros Patria, perdió casi 47.000 toneladas de carburante de las 208.000 que transportaba frente a la costa de A Coruña por un golpe de mar que causó una grieta de unos 15 metros. Una explosión y un incendio posteriores causaron la muerte de 34 de sus 37 tripulantes.
Una colisión entre un bombardero de la base estadounidense de Morón y un avión en el pueblo almeriense de Palomares, en 1966, desencadenó uno de los desastres medioambientales más conocidos de España. Dos de las tres bombas que cayeron del B-52 liberaron uranio, plutonio y americio. Pese al baño de Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, en aguas de Palomares para tratar de aparentar normnalidad, España aún espera que EEUU asuma las costosas tareas de descontaminación de la zona.
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