La resaca en la Cámara catalana

Mano dura contra el 15-J...

Alicia Sánchez-Camacho conversa con el 'conseller' Felip Puig, ayer, en presencia del Jordi Cornet y Boi Ruiz.

Alicia Sánchez-Camacho conversa con el 'conseller' Felip Puig, ayer, en presencia del Jordi Cornet y Boi Ruiz.

TONI SUST
BARCELONA

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El Parlament, como todas las cámaras, viven pocas veces situaciones de consenso. El rechazo a las agresiones que muchos diputados sufrieron el miércoles lo suscitó ese día, y ayer la Cámara catalana no se movió ni un centímetro de esa posición. No hubo nadie que cuestionara la condena a quienes intentaron coartar la sesión parlamentaria, todos la renovaron, y se empezaron a esbozar las posibles consecuencias jurídicas.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, fue rotundo al equiparar los hechos que se vivieron junto al acceso del parque de la Ciutadella con lakale borroka, la violencia callejera que durante años ha tenido lugar en Euskadi. El jefe del Govern insistió varias veces en denunciar que el problema fue que los indignados anunciaron una protesta pacífica y que esta se tornó violenta. La mayoría de los parlamentarios digerían la experiencia de sentirse perseguidos e insultados por los manifestantes y los ánimos se relajaron.

En el frente jurídico, por lo menos seis diputados de CiU ya han llevado o tienen intención de llevar ante la justicia las coacciones y agresiones sufridas. Otros grupos, como ICV, se sienten suficientemente representados por la actuación de la fiscalía, que ayer abrió diligencias sobre el caso. No faltaron las reacciones imaginativas, la que más, en Madrid, en el Congreso de los Diputados: el socialista Sixte Moral propuso a todos los partidos catalanes que convoquen una manifestación «contra los aprendices de totalitarios» que intentaron bloquear el debate sobre los presupuestos de la Generalitat para el 2011.

Lo que pasó el miércoles también tuvo una consecuencia curiosa: ayer, los diputados acudieron antes de lo habitual a la Cámara catalana y el bar estaba lleno hacia las ocho de la mañana. A la vista de la jornada anterior, estaba previsto que los representantes políticos se reunieran en un punto de recogida y que desde allí se desplazaran hasta el Parlament en autobuses. El ecosocialista Jaume Bosch subrayó que esa hubiera sido la actuación lógica el miércoles.

MENSAJE DE LOS MOSSOS/ Los Mossos concluyeron de madrugada que no habría afluencia de indignados ni problemas para acceder por la mañana al parque, que siguió cerrado al público, menos para los estudiantes del instituto que se halla en su interior. A las seis de la mañana, la policía autonómica advirtió por mensaje electrónico a los parlamentarios de que no tendrían dificultades para llegar a su puesto de trabajo.

Las condenas a la violencia fueron la norma, incluso en el homenaje a Jordi Solé Tura. Su sobrina, la diputada socialista Montserrat Tura, afirmó que él hubiera replicado ante las agresiones: «Cuando faltan palabras, nos faltan más palabras y hay que buscar más palabras».