EFECTOS INDESEABLES EN LA EDUCACIÓN INFANTIL
Las jornadas de los padres crean 'niños llavero'
Otro efecto del largo horario de trabajo son los hijos cargados de actividad extraescolar
las prolongadas jornadas laborales de los padres tienen unos efectos especialmente indeseables sobre los hijos en edad escolar. Los centros educativos mantienen los mismos horarios de hace un siglo, pero las sociedades urbanas modernas poco tienen en común con la organización social para la que fueron concebidos. Entre las manifestaciones de ese desencuentro sobresale la proliferación de niños llavero, un término acuñado para referirse a los que llevan consigo un juego de llaves a edades impropias porque cuando salen de la escuela no hay nadie en casa. A su lado son legión los sobrecargados de actividades extraescolares, que compiten con sus padres a la hora de alargar al máximo la jornada.
Las aulas acostumbran a echar el cierre a las cinco de la tarde, una hora en que raramente una jornada laboral convencional ha concluido. Es entonces cuando nadie está en casa para ayudar o controlar a los alumnos en sus tareas académicas, una circunstancia que los expertos mantienen que no es ajena a los elevados índices de fracaso escolar. A veces los niños no están solos, sino acompañados de abuelos o familiares, pero nadie les presta la atención o el apoyo requerido. Los resultados de una macroencuesta realizada por la Fundación SM y la Universidad Pontificia de Comillas atestiguaron en el 2008 que uno de cada cuatro alumnos españoles de entre 6 y 14 años (cerca de un millón) se sentía solo al llegar a casa después del colegio. De ellos, 150.000 se encontraban sin compañía al entrar en su domicilio.
ESTACIONAR A LOS CHICOS / Los enseñantes defienden los horarios escolares argumentando que los centros no han de convertirse en párkings donde poder estacionar a los hijos, y que, al igual que ocurre con los adultos, la ampliación de la jornada resulta contraproducente, en este caso porque va en detrimento del rendimiento académico.
La incompatibilidad entre jornadas también se halla detrás de la escasa participación de los padres en los órganos de gestión de los centros educativos. Aunque el desinterés no se puede atribuir en exclusiva a este factor, a menudo los horarios en que se convocan las reuniones ( inmediatamente después de que el profesorado finalice su jornada a las cinco de la tarde) dan alas al absentismo. Claro que si se convocan a las nueve de la noche, los padres, exhaustos, tampoco acuden.
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