Acuerdos con descuartizadores, realidad ficcionada...

Acuerdos con descuartizadores, realidad ficcionada... Lo que esconde la fiebre del 'true crime' en España

¿Hasta qué punto se usan elementos de la ficción para hacer más atractivos hechos reales? ¿Quién cobra y en concepto de qué?

Rodolfo Sancho en el documental 'El caso Sancho'.

Rodolfo Sancho en el documental 'El caso Sancho'. / HBO MAX

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Daniel Sancho descuartizó a Edwin Arrieta el 2 de agosto de 2023. Pocos días después, cuando la historia se conoció en España, HBO Max y Cuarzo Producciones (La isla de las tentaciones, Supervivientes) decidieron que había que hacer un documental. Y en apenas ocho meses se estrenó el primer capítulo: una entrevista al padre, el actor Rodolfo Sancho, en la que cuenta cómo ha convertido la defensa de su hijo en un reto personal.

El caso Sancho es un paso más en la boyante industria del contenido audiovisual. Por tres motivos: el primero, por la rapidez con la que el caso ha llegado a una plataforma; el segundo, porque ni siquiera hay sentencia. Y el tercero: porque la abogada de Sancho padre no ha tenido problema en reconocer que su representado ha cobrado por la entrevista. "Si no se hacía este documental, no había dinero para el juicio", dijo en televisión.

Daniel Sancho en un vídeo de su canal gastronómico/

Daniel Sancho en un vídeo de su canal gastronómico / YOUTUBE

"No es lo habitual", reconoce Adolfo Moreno, director de contenidos de la productora Capa y cocreador de (P)ícaro, el documental de Netflix sobre el pequeño Nicolás. "Las plataformas suelen quedarse más tranquilas cuando un caso tiene sentencia y ya hay una serie de hechos probados". El caso Sancho es un documental "en tiempo real", explican desde Cuarzo. Publicaron la entrevista al padre —acompañada de planos de Fuerteventura, la isla en la que reside— antes de tener los demás capítulos rodados para hacer coincidir el estreno con el inicio del juicio en Tailandia, lugar de los hechos.

"Creemos que el caso se presta a hacerlo. Estaremos grabando hasta que haya sentencia y, a partir de ahí, empezará el proceso de postproducción", añaden. Al llevar trabajando desde agosto de 2023, dicen, "vamos a tener incluso más tiempo de producción que en otras series documentales anteriores". Cada proyecto es distinto, aunque lo normal es tardar un año "sin contar con el desarrollo previo y de búsqueda de las historias". Las plataformas, las que compran y emiten los documentales, "piden lo mismo que las cadenas de televisión: historias diferentes, originales, con un punto de vista novedoso para contar relatos que no se puedan encontrar en ningún otro sitio". HBO no ha querido participar en este reportaje.

El caso Sancho, Las cintas de Rosa Peral, El caso Wanninkhof-Carabantes, El caso Alcàsser, 800 metros (sobre el atentado terrorista en las Ramblas), Nevenka, El caso Asunta, El Palmar de Troya... y otros menos truculentos, como El pionero (sobre Jesús Gil), Bisbal, 100 días con la Tata (documental sobre el actor Miguel Ángel Muñoz y su abuela), Carolina Marín, Alexia: Labor Omnia Vincit (Alexia Putellas), Soy Georgina o Pombo. La lista es infinita. Vivimos en la era dorada del documental. Todo puede convertirse en uno.

Las plataformas tienen más presupuesto que antes ("antes hacías un documental por 300.000 euros, ahora hay presupuestos por encima de un millón", cuenta Jorge Laplace, guionista y director de documentales como Carolina Marín y Locomía), los famosos van a las productoras pidiendo un documental sobre su vida y las productoras ven material en cada suceso.

Detrás de la fiebre por los documentales hay un sector que ha industrializado los procesos y varias preguntas: ¿cómo se están contando las historias? ¿Hasta qué punto se usan elementos de la ficción para hacer más atractivos hechos reales? ¿Quién cobra y en concepto de qué?

"Desde que aparecieron las plataformas y aumentó el interés por el true crime, todo el mundo ve la posibilidad de hacer un documental en cada historia que publico. Recibo emails de: ¿cómo lo ves?, ¿crees que podríamos trabajar juntos?", cuenta Toni Muñoz, periodista especializado en tribunales y sucesos en La Vanguardia. "Hay true crimes que están muy bien hechos, pero otros crean narrativas. Y cuando todas las narrativas rigurosas están cubiertas, hay que crear otras que sean lo suficientemente atractivas".

El blanqueo a Rosa Peral

Muñoz sabe bien de lo que habla. En 2019 publicó Solo tú me tendrás, un libro sobre el crimen de una pareja de agentes de la Guardia Urbana de Barcelona. El caso —en el que una pareja de policías asesinó a un tercero y quemó su cadáver— se convirtió en documental de TV3, en serie (El cuerpo en llamas) y en otro documental paralelo a la serie (Las cintas de Rosa Peral), estos dos últimos en Netflix. Su experiencia no es positiva: asegura que la productora de la serie utilizó material inédito de su libro sin pagarle y la del documental le engañó con el planteamiento.

"Nos dijeron que era de apoyo a la serie y fue un documental sobre la visión de Rosa Peral [condenada por asesinato], mostrándola como una mujer condenada injustamente", cuenta. "A mí me llegan a decir eso y no participo. Me molestó muchísimo".

"La historia era bastante mía", dice. Muñoz conoció a Rosa Peral y a la víctima, su marido Pedro Rodríguez, dieciocho días antes del crimen, cuando ambos se presentaron en el periódico para denunciar un caso de pornovenganza en el que Peral era la víctima. Después, cubrió el caso en La Vanguardia. "Me obsesionó mucho y tiré del hilo. Cuando creía que podía escribir la historia hablé con Planeta, les pareció bien y publiqué el libro. Poco después, recibí la llamada de Arcadia Motion Pictures diciendo que lo habían leído y que creían que de ahí podía salir una serie de ficción. Les puse en contacto con la editorial, estuvieron seis meses negociando los derechos y a una semana de firmar se rompieron las negociaciones. Dijeron que podían seguir adelante sin contar con el libro".

Muñoz ha visto cómo una productora ha usado su trabajo con gran éxito sin ver un duro por ello. "En la serie hay muchas referencias al libro, hay conversaciones literales que yo reproduje en el libro y que no están en ningún otro documento público", explica. "El problema que tenemos los periodistas es que publicamos historias reales y, cuando las adaptan, se creen que se puede utilizar todo ese material porque es público. Es público porque lo he publicado yo. El material al que todo el mundo tiene acceso son las sentencias y, si me apuras, el sumario, que no es público pero se puede conseguir. Pero yo hablé con el hermano de la víctima, con amigos...". Este diario ha contactado con Arcadia Motion Pictures para conocer su versión, sin haber recibido respuesta.

La productora del documental de Rosa Peral, Brutal Media, contactó con él para ofrecerle otro acuerdo. "Te contactan con el pretexto de que has seguido el caso, que tienes que dar tu versión... Yo era reacio, pero al final acepté", relata. El periodista cobró 400 euros por ocho horas de rodaje. "Y no solo eso, después me pidieron contactos. Ahora esta misma productora está montando un documental sobre el caso Angie [cuyo libro publicó la periodista Mayka Navarro] y tuvieron las narices de volver a contactarme. Les dije que ya me habían engañado una vez". Brutal Media no ha respondido a solicitudes de información.

En opinión de Muñoz, Las cintas de Rosa Peral —que incluye una entrevista con la condenada desde la cárcel y provocó el embargo de sus cuentas por el juez en vistas a que pudiera ingresar dinero por su imagen— está enfocado así porque la historia fidedigna ya estaba contada. "Había salido en Crims, en Equipo de Investigación... Los true crime están muy bien porque hacen atractivos casos judiciales, pero hay que ir con ojo: están creando un producto no sujeto al rigor", zanja.

"El documental es ficción"

Para vender documentales a las plataformas, las productoras preparan dossieres con el material del que disponen. "Se lo tienes que llevar mascado: qué enfoque tienes, los accesos a personas que estarían dispuestas a hablar y con qué material en exclusiva cuentas. Archivo personal, documentos judiciales...", dice el director de contenidos de Capa, responsable de Lucía en la telaraña. "Las plataformas lo tienen muy medido. Saben que los true crime y los documentales de famosos funcionan. Nosotros creemos que hay mercado para documentales periodísticos de calidad y máximo rigor. Cuando vienen famosos de los 90 y 2000 a pedir un documental sobre su vida, les digo que los documentales son el género pobre y que los periodistas no podemos pagar a las fuentes, pero que si conseguimos que su historia se emita en 92 países ganarán dinero después".

El equipo de rodaje de ’Locomía’.

El equipo de rodaje de ’Locomía’ / EPC

Esta no es la visión de todas las productoras. El guionista y director Jorge Laplace cuenta que en sus documentales hace "un diseño de narración exactamente igual que si hiciera una ficción. Yo he dado charlas con la tesis de que el documental es ficción. La cuestión es si la historia está bien contada. No harás una manipulación de lo real, pero sí documentarás una realidad desde un punto de vista fidedigno al personaje o al tema y al mismo tiempo atractivo". Laplace ha trabajado en documentales sobre deportistas (Carolina Marín y Carlos Alcaraz, en marcha) y artistas (Locomía). Cuenta que gran parte del presupuesto se va en archivo ("el deportivo cuesta hasta 36.000 euros por minuto") y que los protagonistas cobran por participar.

"Es lógico. Si vas a hacer un documental sobre mí y yo te voy a ceder mi marca y mi tiempo, tenemos que acordar una tarifa", dice. "Para los deportistas no supone una gran cantidad respecto a lo que ya cobran, lo hacen más por una cuestión de marca". Pero hacer un documental acordado con su protagonista limita el relato. "Te ata a una sola versión", dice un guionista que ha trabajado en varios. "Eso se ve bien en los de deportistas. Netflix canceló ATP, sobre tenis, porque los tenistas se dieron cuenta de que para quedar mal preferían hacer su propio documental".

Negociaciones con un descuartizador

En 2018 desapareció César Román, un hostelero que había desaparecido dejando muchas deudas acumuladas, al que se conocía como 'rey del cachopo'. A los pocos días, apareció el cadáver de la novia del hostelero, que en 2021 fue declarado culpable de matar y descuartizar a su expareja. Seis años después, Román va a tener su propio documental.

Uno de los periodistas que informó sobre el caso fue Juan Diego Quesada, desde las páginas de El País. "Me llamaron para que diese una entrevista y me enviaron un email pidiéndome todos los teléfonos que tuviera", cuenta a este diario. "Pregunté qué colaboración podíamos hacer, me dijeron que no había presupuesto y me ofrecieron 50 euros por cada número de teléfono. Dije que no, me parecía un poco extraño". La productora le ofreció pagarle un vuelo de ida y vuelta a España (Quesada es ahora corresponsal en Colombia) para grabar la entrevista. "No me merecía la pena. La cosa se quedó ahí. Y lo siguiente que he sabido es que han hecho un documental".

El rey del cachopo será una miniserie producida por Somos Dada, la emitirá Netflix e incluirá una entrevista exclusiva desde la cárcel con César Román. Este diario envió un cuestionario a Somos Dada, que a su vez se lo remitió a Netflix, y no recibió respuesta. Quesada está indignado con la posibilidad de que el asesino haya cobrado. Según ha podido saber este medio, otra productora ofreció dinero al hostelero para entrevistarle. Sin embargo, Román rechazó la oferta, lo que hace entender a esta productora que recibió una propuesta mejor.

Grabar en la cárcel no es fácil. "Depende mucho del director de cada prisión", cuenta Irene Nubio, guionista que trabajó en Memoria negra, una serie documental sobre crímenes en las Baleares. "Nosotros intentamos entrevistar a una persona acusada de tráfico de drogas, un caso que no se había conseguido probar, pero no nos dejaron". Aquellos documentales tenían poco presupuesto, pero se pagaba a los expertos que salían (criminólogos, sociólogos...). Según Nubio, la más dispuesta a participar suele ser la policía... si el crimen se ha resuelto correctamente. "Dicen que no hay crímenes perfectos, sino malas investigaciones policiales. Si el crimen no está resuelto, no salen, pero cuando sale bien les encanta colaborar porque quedan en buen lugar".