'548 días: Captada por una secta': el viaje de la oscuridad a la luz de Patricia Aguilar

Viaje de una joven española al centro de una secta sexual en Perú

Perú confirma 20 años de cárcel para el gurú de la secta que captó a la ilicitana Patricia Aguilar

Un fotograma de '548 días: Captada por una secta' - 1

Un fotograma de '548 días: Captada por una secta' - 1 / DISNEY+

Alba Giraldo

Alba Giraldo

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Patricia Aguilar fue secuestrada por una secta al cumplir la mayoría de edad. La joven tenía solo 16 años cuando conoció a través de internet al supuesto gurú Félix Steven Manrique y cayó en sus redes. La menor buscaba respuestas a un triste suceso familiar y estuvo en contacto diario con él durante dos años. Al cumplir 18 años, Aguilar voló a Perú para mudarse con él y convertirse en esposa. Según Steven, Patricia era una de las elegidas para repoblar el mundo junto a él y otras dos mujeres cuando llegara el apocalipsis. La ilicitana dejó atrás su vida para entregarse en cuerpo y alma a su mesías, que la manipuló hasta que llegaron a tener una hija. 

El documental de Disney+ '548 días: Captada por una secta', de tres episodios, recoge el primer testimonio de Patricia Aguilar desde que fue rescatada. La serie está escrita y dirigida por Olmo Figueredo González-Quevedo ('El estado contra Pablo Ibar') y José Ortuño ('¿Dónde está Marta?'), y se basa en el libro 'Hágase tu voluntad' de la periodista Vanesa Lozano.

Una historia luminosa

Los creadores de la docuserie vieron algo más que una simple historia de 'true crime' en el testimonio de Patricia. "Llevaba tiempo diciéndole a Jose que tenía la necesidad vital de contar historias más luminosas", expone Olmo Figueredo. "Surge la noticia de la liberación de Patricia en la selva peruana y me di cuenta de que era historia tenía que ver la luz y ser contada", explica sobre los motivos por los que decidieron ahondar en este tema. "Llamamos a Disney+ y les presentamos un 'true crime' familiar, luminoso, con final feliz e inspirador. No arranca de la luz y termina en la oscuridad, sino que arranca de la oscuridad y termina en la luz", añade.

Además de Patricia, la serie cuenta con el testimonio de todos los protagonistas y víctimas de la historia. Sus padres, Alberto Aguilar y Rosa Poveda, y su prima Noelia Bru; los dos policías de Perú que fueron determinantes para encontrar a Patricia, Luis Alfonso Capcha y Cristian Huarcaya; y otra de las mujeres captadas, Maryorie García, y su madre, Olinda Valverde relatan cómo vivieron los hechos en primera persona.

Los directores también intentaron contar con el punto de vista de Steven Manrique, que se encuentra en la cárcel hasta 2038, pero él "no manifestó ningún interés". "Nos hubiese gustado escuchar qué tenía que contar para ver también si había hecho un ejercicio de autocrítica y reconoce errores, pero no ha querido hacerlo", comentan. Por su parte, "padre, madre e hija reconocen sus errores, y la única manera de no repetirlos es reconocerlos".

Víctimas de sectas

Se calcula que solo en España 400.000 personas son víctimas directa o indirectamente de grupos coercitivos. "Hace falta un cambio legislativo y que la persuasión coercitiva forme parte del código penal como un delito", denuncia Figueredo. De hecho, la familia Aguilar está recaudando firmas para presentar ante el congreso una petición popular y que haya un cambio en la legislación. "Patricia sufrió un secuestro psicológico. Hace 20 años, el maltrato psicológico no se entendía, solo existía el físico, y hoy ha habido un cambio de legislatura y el psicológico es tan punible como el físico. Necesitamos que se entienda que, porque una persona se haya ido a Perú, no quiere decir que lo haya hecho por voluntad propia. Si está manipulada, ha perdido su poder de decisión y es un títere de otra persona", añade.

Los creadores confiesan que tenían "muchos prejuicios" hacia las sectas y las personas que forman parte de ellas. "Tendemos a pensar que, si la ha captado, debe ser tonta. Patricia y Mayi son sumamente inteligentes. Las sectas buscan gente que sea útil, que pueda trabajar para ellos y proveerlos de todo lo que necesiten", explican. José y Olmo decidieron mostrar en el primer episodio una imagen de Patricia "de niñata" porque esa es la visión que tenía mucha gente cuando salió la noticia. Y es que la joven llegó a aparecer en los medios de comunicación criticando a su familia y asegurando que estaba en Perú por su propia voluntad. "Pero la familia sabía que había algo más, que no era ella la que estaba hablando".

Los directores de '548 días: captada por una secta', Olmo Figueredo González-Quevedo y José Ortuño

Los directores de '548 días: captada por una secta', Olmo Figueredo González-Quevedo y José Ortuño / DISNEY+

Proceso de manipulación

"Queremos que la gente que vea el documental entienda que el proceso de manipulación es tan complejo, dura tanto y es tan sutil que puede hacer que cualquier persona que esté en un momento de debilidad caiga en cosas que hoy nos podrían parecer una chaladura. Poco a poco van haciendo mella y creando un estado de miedo y alerta en la otra persona que necesita que ese captor le dé la solución", resalta Figueredo. En el caso de Patricia, miedo a morir en el apocalipsis, y la solución fue convertirse en una de las reinas de Steven. "Él mismo te crea el peligro para luego darte la solución. También te aísla de tu entorno y te dice que tu familia no te entiende", apunta Ortuño.

"Una de las cosas que yo veo claras ahora es que cualquiera puede caer en manos de una secta", considera José. "Acabas aprendiendo que existe una hecha para cada uno de nosotros. En este caso es una secta religiosa y espiritual y, cuando lo ves desde ese punto de vista, como no tienes interés en lo religioso, no te crees nada, pero hay sectas de muchos tipos y a todos nos pueden captar por nuestro interés en el deporte y en el cine", añade. Y más si la persona se encuentra en un momento de especial vulnerabilidad.

Después de toda la odisea vivida, Patricia no quería ver cámaras y era muy reticente a conceder entrevistas, pero también quería que se conociera su historia y narrarla. El equipo del documental creó un plató oscuro en el que Patricia no viera dónde estaban las cámaras y sintiera que estaba "en una charla con amigos". "Ella al principio marcó ciertos límites de lo que quería contar y al final lo terminó contando todo por voluntad propia", explica Olmo. De esta manera, Patricia entendió que su testimonio no solamente era positivo para que otros pudiesen aprender de los errores cometidos en el pasado, sino que era "una manera de cerrar el círculo y reabrir heridas para terminar sanando".