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Crítica de 'Rabbit hole' (SkyShowtime): reencuentro feliz con el Kiefer Sutherland más paranoico

Los directores de 'Focus' insisten en el arte del engaño con este divertido 'thriller' sobre los peligros del 'big data' 

Crítica de 'Rabbit hole' (SkyShowtime): reencuentro feliz con el Kiefer Sutherland más paranoico

Crítica de 'Rabbit hole' (SkyShowtime): reencuentro feliz con el Kiefer Sutherland más paranoico / SkyShowtime

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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El tándem formado por John Requa y Glenn Ficarra se dio a conocer con éxitos cinematográficos como 'Crazy, stupid, love.' o la todavía mejor 'Focus', que a la vez que 'romcom' era un 'thriller' sobre el mundo de las estafas de alto nivel. Pero el escurridizo Will Smith de aquella es casi un aficionado del engaño en comparación con el protagonista de 'Rabbit hole', primera serie creada por Requa & Ficarra tras su participación como directores, guionistas y/o productores en 'Patriot', 'This is us' o 'WeCrashed'

Hablamos del John Weir (si es que ese es su nombre) de Kiefer Sutherland, otra vez en modo paranoico tras su icónica labor desmontando conspiraciones en '24'. Desde muy pequeño aprendió a desconfiar de todo y todos, lo que le ha convertido en líder ideal de un equipo de bandera del espionaje industrial. La nobleza no parece su fuerte: "Me gusta que ricos capullos me paguen para hacer que otros ricos capullos pierdan dinero", asegura con orgullo. Pero algo de ella debe tener para que su exmujer Liv (Alexandra Castillo) e incluso la agente del FBI Jo (Enid Graham) le guarden afecto. 

Si pensaban que Bauer tenía días malos, esperen a ver el que espera a Weir. Tras llevar a cabo un encargo de la empresa de 'big data' Arda Analytics, nuestro (anti)héroe empieza a verse a sí mismo en las pantallas como responsable del asesinato de Edward Homm (Lawrence Yee en 'Succession'), un investigador del Departamento del Tesoro. Mientras trata de entender qué diablos sucede y qué clase de fuerzas oscuras le han tendido una trampa, empieza a destapar una conspiración dirigida a la manipulación de la información.

Para su búsqueda de respuestas acaba reclutando a Hailey (Meta Golding), abogada algo fuera de su liga con la que tuvo un lío de una noche que él creyó puro montaje. Su toma y daca verbal alcanza niveles de verdadero ingenio, pero nada comparado con los jugosos monólogos masticados por Charles Dance (Tywin de 'Juego de tronos', etcétera), simplemente brillante en el rol de una figura oscura del pasado de Weir. En el guion se cuela alguna línea mediocre: recordemos, o mejor no, eso de "la confianza es un juego peligroso". Pero los diálogos tienden más hacia la vivacidad de una clásica comedia 'screwball'.

Elogio del sinsentido, 'Rabbit hole' es una serie hecha a medida de quienes creen que realidad o realismo están sobrevalorados. Aunque gire en torno a preocupaciones tan reales como el mal uso de los datos y el abuso de la vigilancia, su trama es gozosamente absurda e ilógica y cada situación resulta el doble de inverosímil que la anterior. Dicho de otro modo: convierte a otra película con el citado Will Smith, la retorcida 'Enemigo público', en un docudrama de lo más sereno.

Puede que los efectos especiales no sean de nivel 'blockbuster' (¿o acaso esas explosiones son parte de una simulación?), pero este problema queda compensado por el delirio general y, sobre todo, el afán de los directores por crear una acción tan legible como intensa. Ayuda a la sensación de vorágine una música que se diría, a veces, compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, pero que en realidad es decente imitación de aquellos a cargo de Siddharta Khosla ('Solo asesinatos en el edificio'). 

Este cronista acabó los dos primeros episodios de 'Rabbit hole' preguntándose a sí mismo, como los personajes muy a menudo: "¿Pero qué pasa aquí?". Por un lado, uno querría saber, pero a la vez, secretamente desearía que los guionistas no dejaran de enlazar complicaciones hasta llegar a la más ridícula entropía

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