ESTRENO

Crítica de 'Truth seekers': terrores con guasa

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Quim Casas

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El relato fantástico y de terror mezclado con la comedia no siempre funciona bien, pero ha dado algunos excelentes resultados en cine y televisión, desde ‘La comedia de los terrores’ en la añeja serie B hasta propuestas más recientes como ‘Zombieland’. Simon Pegg y Nick Frost, una pareja británica tan bienavenida en la comedia moderna como la que forman los estadounidenses Seth Rogen y James Franco, demuestran con ‘Truthseekers’ que lo más sobrenatural puede tratarse como una distendida comedia.

Frost es uno de los buscadores de la verdad, un estudioso casero de los fenómenos paranormales a medio camino de ‘Los cazafantasmas’ y ‘Expediente Warren’. Pegg, que ha aportado dosis de comicidad a la saga de ‘Misión: imposible’ y ya se enfrentó en plan descarado al relato de muertos vivientes en ‘Zombiesparty’, está en su salsa, aunque es Frost quien tiene más relieve en la serie. También está bregado en la comedia salvaje tras su trabajo en la misma ‘Zombiesparty’ y ‘Bienvenidos al fin del mundo’, ambas excéntricas películas fantásticas dirigidas por Edgar Wright y escritas por Pegg, o en la comedia con alienígena de Gregg Mottola ‘Paul’, con guion del dúo dinámico que forman Pegg y Frost, los Batman y Robin sesenteros del humor británico del siglo XXI.

Pegg es el serio en la serie. Encarna al responsable de una empresa que provee de servicios de internet a toda Gran Bretaña. Frost es el simpático, por presencia y cometido en el relato. Es el mejor operador de dicha empresa, pero lo suyo es afrontar los fenómenos paranormales. Uno por capítulo, aunque hay una trama general que le afecta a él, a su compañero de andanzas -un chico negro llamado Elton John- y a una chica que se alía con ellos escapando de todo tipo de aterradores fantasmas.

También es notoria toda la parte en este inicio que se desarrolla en la mansión de una mujer anciana, así como los prólogos paranormales de cada episodio, ubicados en distintas épocas históricas. Destaca el cometido del personaje encarnado por el veterano Malcolm McDowell, sobre todo cuando es sometido a un tratamiento de un profesor visionario que no habría aguantado ni el belicoso protagonista de ‘La naranja mecánica’, el gran hit de McDowell.

Perros reanimados, búnkeres, maquinaría analógica-pulp, fantasmas despellejados, médiums, manipulaciones de la mente, avistamientos en Cornualles, manicomios abandonados… pero con sentido del humor a lo Frost & Pegg.