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La segunda vida de Benito Pocino: "Mortadelo queda para el recuerdo"

El actor atiende a EL PERIÓDICO en Santa Coloma de Gramenet, ciudad en la que hoy reside como ciudadano anónimo a pesar de que los vecinos siguen reconociéndolo

"Hace mucho que no me llaman del cine, pero tampoco tengo necesidad: ya viví la experiencia y haber estado ahí es para mí un trofeo", afirma Pocino

Benito Pocino, en un bar de Santa Coloma de Gramenet.

Benito Pocino, en un bar de Santa Coloma de Gramenet. / Manu Mitru

Manuel Arenas

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A Benito Pocino (Barcelona, 1957) le siguen parando puntualmente por la calle casi dos décadas después de encarnar el personaje de Mortadelo en el largometraje La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003).

En Santa Coloma de Gramenet, ciudad donde reside actualmente desde hace un par de años, algunos vecinos se lo quedan mirando, lo paran y le piden fotos. Y, aunque él accede gustoso porque prefiere pasar desapercibido pero no le importa, lo hace asumiendo que todo lo relativo al personaje del dibujante Francisco Ibáñez es ya parte de otra vida que llegó a su fin cuando su cara dejó de salir en las pantallas.

“Mortadelo queda para el recuerdo: aquello fue bonito”, afirma a EL PERIÓDICO Pocino, que no concede entrevistas desde hace años y bromea sobre la exclusividad de ésta en el parque de los Cristales de Santa Coloma, donde ha acabado primordialmente por los arrendamientos más económicos en el municipio después de "vivir siempre de alquiler" en barrios barceloneses como Les Roquetes o el Gòtic.

Pocino, que no cursó estudios de interpretación y nunca se consideró profesional, habla de su breve pero intensa experiencia interpretando a Mortadelo como una anécdota inolvidable que no ha provocado que deje de ser "el mismo de siempre": sigue viviendo solo; sigue trabajando en la oficina de Correos de Via Laietana, donde prevé jubilarse en algo más de un año; sigue disfrutando de cafés con leche en bares de barrio y sigue coleccionando mochilas y relojes con esferas grandes.

"Hace mucho que no me llaman del cine, pero tampoco tengo necesidad: ya viví la experiencia y haber estado ahí es para mí un trofeo, no pasa nada", se resigna Pocino, aunque entre líneas admite la nostalgia de aquel tiempo en que saltó al estrellato y eran constantes las peticiones de autógrafos y fotografías. Por ejemplo, dice echar de menos "a la gente de los rodajes: me encantaban los vestuarios, los decorados, el sonido...". "Durante unos años sentí que la gente quiso verme feliz", sentencia.

El actor Benito Pocino, en el parque de los Cristales de Santa Coloma de Gramenet.

El actor Benito Pocino, en el parque de los Cristales de Santa Coloma de Gramenet. / Manu Mitru

"Me dolió por los espectadores"

Aunque Pocino alcanzó la fama a raíz de La gran aventura de Mortadelo y Filemón, primer filme que protagonizó, desde 1987 había participado en varias películas como figurante. La primera, Angustia (1987), dirigida por Bigas Luna, fue la semilla de lo que ocurriría quince años más tarde.

"Javier Fesser, director de Mortadelo, había contratado al mismo maquillador que trabajó en Angustia. Después de muchos castings, ese mismo maquillador le enseñó mi foto a Fesser; me llamaron, hice la prueba y salió bien", relata Pocino.

Al referirse a su "foto", Pocino deja entrever lo determinante que fue su característico físico, ciertamente similar al de Mortadelo, para saltar a la fama a través del cine. ¿Se ha sentido de alguna manera un juguete roto? ¿Se ha sentido utilizado por la industria? "Utilizado no, pero reconozco que pensaba que iba a tener más protagonismo en la película y luego no fue así, lo cual me dolió sobre todo por los espectadores. No soy el primero al que le pasa algo así: si no, mira Marisol".

El actor Benito Pocino, en el parque de los Cristales de Santa Coloma.

El actor Benito Pocino, en el parque de los Cristales de Santa Coloma. / Manu Mitru

"No quise volver a pasar por el tubo"

Cuando se estrenó la segunda parte del film, Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra (2008), finalmente protagonizada por el actor Edu Soto en el papel de Mortadelo, se rumoreó sobre las desavenencias económicas que habían apartado a Pocino del proyecto.

Él mismo confirma ahora los rumores: "Es cierto que en la segunda parte de la película no quise volver a pasar por el tubo". Cuando un actor empieza, asegura, "es normal que haya pequeñas tomaduras de pelo". Ya experimentado, Pocino incrementó sus "exigencias", sin concretar los detalles de las mismas, y "ellos [la productora] no me las aceptaron".

Fue entonces cuando el actor quedó fuera del rodaje. "Me dio igual no estar en la película, pero no puede ser que ellos abastezcan sus bolsillos gracias al personaje y el propio personaje no pueda abastecer los suyos", sostiene Pocino.

Un encuentro fortuito entre Benito Pocino y un vecino que lo reconoce.

Un encuentro fortuito entre Benito Pocino y un vecino que lo reconoce. / Manu Mitru

Volver a ser Mortadelo

¿Cómo es hoy un día cualquiera de Benito Pocino? Él insiste en la vida propia de un ciudadano anónimo: "Cafés con leche, navegar por internet en páginas que me gustan e ir a mi rollo: he conocido a tantísima gente durante mi vida que ya no me dice nada compartir mi tiempo". El teatro le gusta, pero su horario en Correos (de 14:00 h a 22:00 h) y sus "problemas de audición" no le permiten frecuentarlo.

Después de tantos años apartado del cine, ¿volvería a encarnar a Mortadelo? "Todo depende de las negociaciones", señala Pocino en la línea de los motivos económicos por los cuales no participó en la segunda parte del film.

"Yo no me canso de nada, pero hay que mirar tanto la parte económica como la de actor. Si es como a mí me gusta, lo haría, sí, claro", concluye el intérprete, quien manifiesta haber dejado al margen "totalmente" aquel momento de su vida, entre otros motivos porque "en el cine hay buena gente, pero es un círculo cerrado y muy hermético". Sí conoció en su día a Francisco Ibáñez, "un tipo muy alegre, muy hablador y muy buena persona". Hoy, sin embargo, "no tengo relación ni con él ni con nadie".

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