SanaMente

Componer música, terapia contra la depresión

La vivencia de un compositor que plasmó en la partitura la contradicción entre depresión y paternidad

"Cuando escuches música no empieces a pensar lo que harás mañana, déjate llevar", recomienda Armand Grèbol

5 canciones para la esperanza, por Jordi Cazes

Orquestra Simfònica Sant Cugat

Orquestra Simfònica Sant Cugat / Orquestra Simfònica Sant Cugat

Fidel Masreal

Fidel Masreal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La música es la razón de existir de Armand Grèbol. Su padre tocaba el violín y desde pequeño ha vivido por y para las melodías. Ha compuesto, dirigido y enseñado música. Sigue en ello. Pero la depresión también ha atravesado su ánimo y sigue sin abandonarlo. Cuando fue padre de Laura, Armand logró tejer estas tres vivencias, la música, la depresión y la paternidad, en una partitura llamada Ninona. La música como terapia o, simplemente, como lenguaje abstracto con el que explicar, mejor que con palabras, las emociones. Y años después, Ninona ha cobrado vida en un escenario.

"La historia de Ninona tiene que ver con qué cuando mi hija tenía tres años yo caí en una depresión, en la que no hallaba la medicación adecuada. Se crea un contraste muy grande: tener que levantarme de la cama se me hacía difícil, sufría ataques de pánicos y muchas angustias, y en cambio iba a buscarla al colegio y cambiaba totalmente la situación", describe Grèbol, al lado de Laura. Ambos recuerdan las excursiones por la montaña en Vallcarca. Recuerdos plagados de cariño. "Es el contraste entre la alegría de ser padre y el sufrimiento de la enfermedad, la pieza pretende que se muestre esa inseguridad, las decepciones con la medicación que no funcionaba...", añade. Grèbol trata de trasmitir los sentimientos con la partitura.

Escribir para sobrevivir

Era, sin embargo, un contraste extremo. "La depresión me ha complicado mucho la vida, todo se convierte en una montaña", describe el compositor. "Escribir música significa tener momentos de sufrimiento y momentos en los que, cuando descubres lo que has creado, te da una satisfacción inmensa", relata el compositor. "Escribí Ninona porque ser padre me ayudó a sobrevivir, en una época muy difícil, he tenido mucha suerte. Mi médico me decía: cómo has de sufrir depresión con la hija y la mujer que tienes, que estar encantado con ambas. Pero me parece que la depresión no entiende de estas cosas", describe.

"Déjate llevar, porque la música llena"

El caso es que durante años Ninona no ha sido interpretada por ninguna orquesta, hasta que la Orquestra Simfònica de Sant Cugat, el pasado mes de febrero, dio vida a Ninona en presencia de Grèbol y de su hija Laura. "La música es una herramienta útil contra la depresión, no sé si puede luchar contra la enfermedad, pero la música altera los sentimientos y parece que con la modernidad perdemos la capacidad de sentir, porque la música te ha de hacer sentir,", explica. Recomendaría, claramente, la música como punto de apoyo. "Cuando escuches música tienes que liberarte, no pienses en lo que tienes que hacer mañana, déjate llevar porque la música llena", recomienda.

La respuesta a las vibraciones

No es una novedad que la música tiene la capacidad de alterar el cerebro. "Con los avances tecnológicos con los avances tecnológicos en los equipos e instrumentos de medida ya es posible visualizar los cambios a nivel neuronal, hemodinámico y bioquímico que se producen en el encéfalo a partir de los estímulos sonoros y musicales y, con su análisis, pueden desarrollarse aplicaciones que mejoran nuestras capacidades y reserva cognitivas, así como nuestro bienestar. En definitiva, pueden darnos una mejor calidad de vida", relata Jordi A. Jauset, experto en música y neurología. "El 'secreto' de los efectos de la música no son las notas musicales ni las vibraciones físicas iniciales, ni tampoco el instrumento musical, sino la respuesta individual que ofrece nuestro sistema nervioso, nuestro cerebro, a estas vibraciones", añade Jauset en su libro Neuromúsica. Ahí es donde entra la investigación sobre los factores genéticos, ambientales y el contexto concreto en el que se escuche la música.

"Papá se quedaba en la cama"

Para Laura la época en que su padre compuso la pieza dedicada a ella fue, curiosamente, un período feliz porque veía la parte alegre de su padre cuando la recogía de la escuela se iba con ella de excursión. Pero también recuerda que había momentos en los que Armand se quedaba estirado en la cama. "Lo veías triste, sufriendo, esto también lo recuerdo"; dice ella. Laura también sufrió depresión, en la adolescencia. Su salida fue el apoyo psicológico, más que las pastillas. "Cuando te enseñan a gestionar las emociones, al final el proceso se hace automático, porque el cerebro se acostumbra a todo", relata. En cambio, sobre la depresión de su padre, confiesa: "No acaba de superarla".

Cierto es que Grèbol no está curado, si se puede usar esta palabra en salud mental. Lo que sí puede decir es que ha podido explicarse, con las partituras, para tratar de tocar emocionalmente a quienes la escuchen, con un lenguaje universal y con ánimo de compartir las contradicciones de su estado de ánimo. Un ánimo que le sube cuando escucha determinadas melodías como Beethoven o las sinfonías de Chaikowsky, o el "E lucevan le stelle" de Tosca. El protagonista está a las puertas de ser ejecutado y pide una sola cosa: poder escribir a su amada. Y en ese momento revela que nunca ha amado tanto la vida. Contrastes y contradicciones. La vida.