Toma pan y moja

No a la coca, por Òscar Broc

Los enemigos de la coca de Sant Joan tenemos alternativas: Joncake ha parido una tarta de queso que sabe a la coca de la pastelería Carrió

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Òscar Broc

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Es la hora de quitarse la careta. Sé que me ganaré enemigos. No pasa nada. Con la cabeza gacha y plena predisposición a recibir una tormenta de collejas, confieso desde lo más profundo de mi ser que no me entusiasma la coca de Sant Joan. Bueno, quizás he sido demasiado suave. No me gusta, repito, no-me-gusta la coca de Sant Joan. Hala, ya está dicho. 

He tratado de conectar con ella de todas las formas posibles y el esfuerzo ha sido infructuoso. Dios sabe que he querido entenderla, pero la mayoría de las veces la encuentro excesivamente seca. Será porque el brioche aguanta poco expuesto a los elementos y, al cabo de unas horas, se reseca más que un cardo en el desierto de los Monegros, yo qué sé, pero en mi mundo, sin ternura no hay amor.  

La fruta confitada me saca totalmente del partido. Me puedo tirar mis buenos cinco minutos apartándola, sin dejar el más mínimo rastro de este invento diabólico en la masa. No soy el único 'hater' de la fruta confitada, sé que es un odio extendido y que mucha gente aparta también esos molestos y dulzones cachos. Curiosamente, el panadero Enric Badia del Forn Elias me contaba que pese a la mala fama de la fruta confitada, la coca que más se vende en su negocio es la clásica con fruta (¡y sin crema!). La tradición puede más que la repugnancia. 

¿Llardons? Paso. ¿Crema? Acidez. No obstante, los enemigos de la coca de Sant Joan tenemos alternativas. Por ejemplo, podemos acudir al aullido de Joncake. El exitoso pastelero barcelonés ha parido una tarta de queso que sabe a la coca de Sant Joan de la maravillosa pastelería Carrió. Tiene la sensualidad y cremosidad de sus 'cheesecakes' y, sin ser una coca de Sant Joan, sabe más a coca de Sant Joan que una coca de Sant Joan. Feliz y neurótica verbena.

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