TEATRO
Clase magistral de Lola Herrera en el Goya
La actriz regresa al monólogo de 'Cinco horas con Mario', el consagrado montaje a partir de la novela de Delibes
José Carlos Sorribes
Periodista
José Carlos Sorribes
Cuarenta años y como el primer día. O mejor. Lola Herrera, una actriz de 84 años, sí 84, está dando un clase magistral de interpretación estas semanas en el <strong>Teatre Goya</strong>. Sin alardes, sin imposturas, sin barroquismos, con toda la naturalidad que da el saber pisar un escenario. Y una voz tan nítida y convincente, que por sí sola nos conduce al pequeño mundo de Carmen Sotillo, una mujer de la España de 1966 que acaba de perder de forma inesperada a su marido, Mario, y se despide de él en la intimidad del velatorio. Lo hace interpelándole sobre secretos, sueños frustrados e ilusiones perdidas que nunca le había contado, pero que él seguramente conocía.
Lola Herrera ha regresado de nuevo a 'Cinco horas con Mario', la obra a partir de la novela de Miguel Delibes –que participó en la adaptación– y que dirigió Josefina Molina. Dos mujeres, mano a mano, para levantar un monólogo teatral con la misma potencia y altura del original narrativo. Herrera fue Carmen Sotillo, Menchu, en diversas etapas desde 1979 y hasta el 2005. Natalia Millán retomó el insigne personaje cinco años después. Volvió a él la protagonista original el pasado año en una gira que ha llegado al Goya, con la platea a tope, y que la ha de llevar después a otros escenarios catalanes.
El público despide en pie a Lola Herrera, que tiene que salir varias veces a saludar. Es un acto de justicia, un reconocimiento a un actriz con tanto recorrido y a un trabajo excelso. Porque Herrera respira siempre el personaje, lo conoce hasta en el mínimo detalle y así se lo transmite al espectador. La dirección de Molina, con la austeridad y sencillez que requiere la situación, colabora en un cuadro sin aristas.
Fascinación y rechazo
Fascinación y rechazo«El personaje me producía una extraña mezcla de fascinación y rechazo», ha explicado la actriz, nacida en Valladolid como la Carmen Sotillo de Delibes. Probablemente la misma sensación deba tener el espectador en el viaje a la España franquista de 1966, un país entonces aún sometido con mano de hierro pero que ya iba dejando atrás las enormes privaciones de décadas anteriores.
Porque Delibes firma una extraordinaria y crítica foto fija de la España de provincias de aquel tiempo, muy reconocible aún para los espectadores muy veteranos (no son pocos) del Goya y una lección de historia para los jóvenes. Una época en la que mujeres como Menchu soñaban con tener un 600 y debían conformarse con un paseo furtivo en el Tiburón de un viejo amigo. La estancia de la obra en Barcelona ha coincidido con el fallecimiento de su productor, y también adaptador, José Sámano. No podía tener un mejor homenaje.
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