TEATRO
'Mundo obrero', activismo a cara descubierta
Alberto San Juan pilota en el Lliure de Gràcia un repaso al último siglo con el foco en la clase trabajadora española. Una mirada crítica con forma de café concierto y música de Santiago Auserón
José Carlos Sorribes
Periodista
José Carlos Sorribes
A estas alturas descubrir el activismo teatral de Alberto San Juan resulta innecesario. Por lo menos para quienes hayan seguido su trayectoria reciente. 'Autorretrato de un joven capitalista español', 'Ruz-Bárcenas' o 'El rey' son, por ejemplo, tres incisivas muestras de un teatro-documento con el objetivo de cuestionarse nuestro presente y pasado. Ha vuelto a ese camino con un proyecto aún más ambicioso como es 'Mundo obrero', un recorrido a lo largo del último siglo español con el foco puesto en quienes ocupan el escalón más bajo.
El título de la pieza lleva un subtítulo suficientemente explicativo: 'Una historia de la clase trabajadora en España'. O sea, un ejercicio teatral de memoria histórica implacable y poco, o nada, optimista.
Empezar con Ferrer i Guàrdia y su Escola Moderna, y seguir con Durruti revela pronto que 'Mundo obrero' no se va a andar con chiquitas. Si hay que repasar la historia se hace en toda su crudeza, la de un siglo en el que movimiento obrero pasó del sueño republicano a la pesadilla franquista.
San Juan sitúa en esa Barcelona de inicio del siglo XX a dos niños, él de familia extremeña y ella andaluza, que se conocen en la escuela librepensadora y cuya vida marca el recorrido de la obra. La suya, la de sus hijos y nietos. Tres generaciones de Luis y Pilar. Así se llaman sus intérpretes, Luis Bermejo y Pilar Gómez.
El propio San Juan y Lola Botello completan el reparto de una pieza que tiene el formato de un austero café concierto con el regalo añadido de unas composiciones de Santiago Auserón propias de la música popular de la época. San Juan se multiplica a la guitarra, y Botello canta con mucha gracia y garra, la misma que pone Gómez con su baile aflamencado.
Lección de historia
'Mundo obrero' es una recomendable lección de historia pese a que los saltos en el tiempo son algo apresurados cuando se condensa en poco más de hora y media tanto que contar. Implica también una inevitable selección de episodios. Los hay muy trágicos, aparte de la propia guerra civil y sus consecuencias, como la tortura policial en una escena terrible o los sucesos de Vitoria de 1976 con Fraga en el punto de mira.
También los hay jocosos, como uno extraordinario entre San Juan y Bermejo, un prodigio de comicidad crítica sobre la idea de la clase media de los días de ilusoria bonanza. Y es que, como dice la obra, se trabajó para "dignificar" a la clase obrera y luego se ha tratado de "huir de ella".
Y al margen del ejercicio de memoria hístórica queda excelente interpretativo. Lo de Bermejo, por ejemplo, es superlativo. Igual brillaba con la contención del Vania de Rigola que con las múltiples capas que despliega en 'Mundo obrero'.
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