CIUDAD ON

Gimnasios filosóficos

Aquí se ejercita el seso. El seso con ese, no con equis. Aunque en este 'fitness' cerebral se incluyen hasta citas a ciegas

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Ana Sánchez

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No tiene pinta de gimnasio. Es lo que ponía en la invitación de Facebook. Pero no se ve ni una camiseta imperio, ni un clon de Ronaldo marcando tableta, ni siquiera un conato de zumba. En este 'gym' se suda a chorros sin mover un músculo. En cuanto te preguntan si la conciencia es reductible a procesos mesurables.

Esto es un «'gym' filosófico», así lo han bautizado sus ideólogos del colectivo Sofívoros. «'Gyms' con pesas y bicicletas estáticas tenemos por toda Barcelona -se justificará después Ignasi Poveda, uno de los 'filosorganizadores'-, pero ¿gimnasios en los que espabilar la sensibilidad y la capacidad argumentativa? Somos los primeros». Aquí se ejercita el seso. El seso con ese, no con equis. Aunque en este 'fitness' cerebral se incluyen hasta citas a ciegas. Lo que se pone prieto es «el meta-físico», anuncia Ignasi a lo 'trainer'. Igual que en los 'gymnasion' de la Antigua Grecia, donde se entrenaba cuerpo y mente. «Queremos volver a poner de moda la divagación por deporte».

Centro de arte Mutuo. Parece un miniteatro, pero el público se retuerce en la silla como cuando el profesor lanzaba en clase preguntas al aire. Cualquiera puede terminar tonificando la sesera en el escenario. Ejercen de entrenadores filosóficos Ignasi Poveda y Crisal Rodríguez, la neuropoeta invitada de hoy, que intercala sesudos poemas entre los ejercicios de impro-reflexión.

Empieza el calentamiento. Aquí consiste en soltar al público frases con puntos suspensivos. «La muerte es…». Silencio. Si fuera un capítulo de 'Los Simpson', se escucharía cómo se desengrasan las neuronas del público. «Guay», suelta de repente un espectador. «Pero no tanto», replica otro. «Una putada». Las respuestas se encadenan cada vez con más agilidad. «La mejor de las opciones». «Inevitable». «Un proceso». «Una mierda». «Dolorosa».

COMBATES DIALÉCTICOS

Un par de sesiones más y se pasa al siguiente ejercicio: «Cita a ciegas». Es bastante literal: chico y chica -dos voluntarios a veces no tan voluntarios- se sientan espalda contra espalda con los ojos vendados. «Tenemos cigarrillos a la salida», les dirá Ignasi, su Cupido temporal. ¿El objetivo? «Tendrán que seducir con su pensamiento y su palabrería». ¡Y sin emoticonos! En vez del «¿cómo tú por aquí?», hacen preguntas tipo: «Cuando te miras hacia dentro, ¿qué es lo que más temes?». Una respuesta de estas convalidaría 50 'chats' de Tinder.

Después llegarán los «combates dialécticos», una pequeña muestra de los ya habituales rings filosóficos de Sofívoros, donde se suelen dar guantazos retóricos a lo 'slam'. Los boxeadores sacados del público pondrán contra las cuerdas algún combate clásico. «¿Todo fluye o todo permanece?». «¿Yo soy yo o yo no soy yo?». «¿El día que nos cortamos el pelo cambiamos?».

El presentador-entrenador lanza una última dinámica: «Poned una mano sobre el hombro de la persona que tengáis al lado». El público le hace caso entre risitas. «Durante tres minutos, uno le tiene que explicar al otro en qué momentos se ha sentido plenamente vivo». La sesión de gimnasio acaba con confesiones de vestuario.

Habrá más 'gyms' filosóficos, promete Ignasi. Se sumarán a sus habituales 'filososhows' en asociaciones culturales: rings, cineforums, jams. «Estamos negociando el salto a los teatros», anuncia. ¿El estribillo de cada espectáculo? «Juguemos a divertirnos con la filosofía», suelen repetir. «Es peligroso cogerle manía a la inteligencia -advierte Ignasi-, porque cuando no piensas por ti mismo, otro lo hará en tu lugar».