Entrevista

Andrea Levy: "En política, el fuego amigo es más doloroso y más cruel que el del adversario"

La exdirigente del PP ha escrito un libro en el que explica cómo compagina su carrera con la fibromialgia que padece

Andrea Levy comparte una foto ingresada por fibromialgia

Andrea Levy

Andrea Levy / José Luis Roca

Daniel G. Sastre

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Andrea Levy (Barcelona, 1984) ha pasado a la segunda línea política, como concejal de distrito del Ayuntamiento de Madrid, tras despuntar hace unos años como vicesecretaria del PP. De esa experiencia, y de cómo la compagina con la fibromialgia que sufre, surge 'La utilidad de todo este dolor' (La esfera de los libros), que acaba de publicar.

¿Es compatible la actividad política con la fibromialgia?

Cuando hice público que tenía la enfermedad, en 2021, tuve una llamada muy especial de Manuela de Madre, que abandonó la primera línea cuando hizo público que también padecía la enfermedad. Y yo en muchos momentos me lo planteé, pero me di cuenta de que esa debilidad que yo tenía era una realidad con la que al final toda enfermedad crónica te exige convivir. Y mi vida es política y mi vida es fibromialgia. Yo he hecho todo lo posible por seguir, porque si no la enfermedad se habría convertido también en una frustración personal. 

He hecho lo posible por seguir, porque si no la enfermedad se habría convertido también en una frustración

Habla mucho en el libro de su relación con los fármacos. ¿Cree que en general tomamos demasiadas pastillas?

Sin duda, hemos medicalizado nuestra sociedad con ansiolíticos. No podemos ser la sociedad de la ansiedad permanente, debemos tener recursos más allá de los fármacos. Los fármacos sirven temporalmente o para casos concretos, pero no pueden ser una rutina de vida como están siendo.

Habla en el libro del 15M, del ‘procés’, de compañeros de generación política como Albert Rivera o Pablo Iglesias… ¿Se siente un poco superviviente de una época? 

Es que creo que está relacionado con lo anterior. Hubo una generación política con exceso de ansiedad, que no supo hacer que sus ambiciones se templaran hacia una política mucho más calmada y que cuando a la primera no consiguen sus objetivos, deciden abandonar. Porque en realidad esos políticos sobre los que se habían puesto tantas expectativas –Rivera, Iglesias, Arrimadas– abandonaron todos por no llegar a la cúspide. Pero ese aprendizaje se pierde, esa cadena del aprendizaje se pierde. Yo también pongo el foco de que hay un exceso de ansiedad y de ambición instantánea en política. Y en esa generación desde luego fueron todos víctimas de eso.

¿Hay un excesivo culto a la juventud en la sociedad?

Hubo un momento que parecía que la política solo pasaba por los que estaban en la treintena. Y yo me he dado cuenta de que eso es un espejismo. Fue una generación muy ingenua, porque efectivamente yo creo que a la política se llega con una experiencia y unas tablas que te permiten aprender a negociar con otros políticos. Hubo un exceso de esa ansiedad y ambición, y menos templanza y seriedad de la que se requería.

Aquella generación política fue muy ingenua, hubo un exceso de ansiedad

¿Están demasiado pendientes los políticos de las redes sociales?

Creo que es una patología ya clínica, el ego viral. Hay muchos políticos a los que les importa más el trending topic que una carrera más sostenida. Y eso hace que haya mayor agresividad en los mensajes, porque al final el odio genera más viralidad que las buenas maneras.

¿Por qué cree que engancha tanto la primera línea en política, si consume a las personas?

Hubo una generación de jóvenes políticos a los que tanto los medios como las redes sociales pretendieron convertir casi en estrellas del pop. Eran más que políticos, eran fenómenos sociales. Nos hablaron de su imagen, de su carisma, nos dijeron dónde iban… Creo que la frustración tiene que ver con eso. El poder generó esa generación de estrellas del pop, de políticos que acabaron desapareciendo.

Andrea Levy

Andrea Levy / José Luis Roca

¿Por qué en el libro sí habla de su relación con Nacho Vegas, si antes la dejó al margen? 

Porque para mí era importante abordar también en este libro la parte emocional. la parte del amor, porque cuando sufres necesitas apoyarte las personas de tu entorno. En mi caso lo que pasó fue al contrario, yo apoyaba más a esa persona. Lo pongo un poco como ejemplo, con todo el respeto y el cariño que mantenemos, de que cuando a alguien le pueda pasar esto lo importante es salvarse uno mismo para luego salvar todo lo que te rodea.

Habla de su distanciamiento de Toni Comín, tras mucha cercanía previa. ¿Ha recuperado su relación con él?

No. Y es sintomático de cómo se pueden romper los puentes no ya entre partidos, sino en la propia sociedad. Es muy bueno que se mantengan relaciones discretas entre partidos que muchas veces ayudan. Y la relación que tuvimos con Comín durante mucho tiempo del ‘procés’ ayudaba mucho para buscar vías de solución. Para mí fue una gran decepción. Entiendo que a él también yo le he decepcionado, y espero que algún día de alguna forma podamos volver a hablar. No creo que nos entendamos, ni que nos pongamos de acuerdo, pero al final la deshumanización, esa ruptura que se produjo tan grande, fractura mucho la convivencia.

Comín fue una gran decepción, espero que algún día podamos volver a hablar

¿Sigue usted siendo la ‘derecha moderna’, que es la etiqueta que se le puso?

Creo que en mi caso prevalecía siempre la naturalidad y ser genuina, no la vehemencia y el dogmatismo. Al final lo que pretenden los partidos es ser un reflejo de la sociedad con todos sus matices. Y creo que si el PP ambiciona esas grandes mayorías es importante que convivan esas realidades. Y dentro del PP yo siempre me sentí muy cómoda provocando el debate y aceptando las críticas, las dos cosas.

¿En política es más letal el fuego amigo que el fuego enemigo?

En política el aceite hirviendo te cae de todas partes, siempre, todo el rato, y hay que asumirlo. Pero creo que el fuego amigo es mucho más doloroso y es mucho más cruel que el del adversario.

En el libro explica episodios de gran tensión poco antes y poco después del 1-O. Hoy estamos hablando en un céntrico bar de Barcelona. ¿La situación ha cambiado en Catalunya? 

Tengo la sensación de que la sociedad está suturando las heridas. Yo hoy paseaba y no percibía ese grado de emoción, ese germen que había de rabia y de odio. Creo que eso se ha apaciguado. Pero sí me preocupa que si se le pone la vuelta en bandeja a uno de los artífices de toda esa generación de odio, como Puigdemont, por parte del Gobierno, todo eso pueda reproducirse, porque está en sus planes.

Tengo la sensación de que la sociedad catalana está suturando las heridas

¿Qué papel le da a los indultos o a la amnistía en este cambio?

Me parece que los indultos y la amnistía vuelven a hinchar las ambiciones de los artífices de la ruptura y del odio del 1 de octubre. Lo que desarticula todas las ambiciones que ellos tuvieron es la respuesta judicial. Ahora lo que estás diciendo es: ‘Venga, vamos a hacer una amnesia colectiva desde el Gobierno, como si esto no hubiese pasado. Y si quieres volverlo a hacer ya veremos qué pasa’. Si ha habido amnistía, yo creo que seguramente les van a dejar hacer un referéndum.

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