Independencia o más autogobierno

¿Para qué quiere Bildu un nuevo estatus político en Euskadi?

Todos los partidos coinciden en que se puede empezar a debatir un nuevo estatuto vasco en la próxima legislatura

El candiato de EH Bildu, Pello Otxandiano, junto a Arnaldo Otegi.

El candiato de EH Bildu, Pello Otxandiano, junto a Arnaldo Otegi.

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La palabra independencia no aparece una sola vez en el programa electoral de EH Bildu. Ni independentistas ni ninguna otra con la misma raíz. Este concpeto también ha desaparecido del debate público. Apenas entre el 15% y 23% de los vascos, en función del origen de las encuestas, está a favor una Euskadi independiente. Las cosas han cambiado en la política vasca. O no tanto. Una cosa es no insistir en ella y otra esconder que esa aspiración forma parte del adn de la izquierda abertzale. Y en Bildu no lo ocultan. Si se les pregunta responden que sí. Su coordinador general, Arnaldo Otegi, sonríe cuando se le inquiere por esto y dice que no le hace falta decir algo todos los días cuando todo el mundo lo sabe ya. Pero en EH Bildu ha ganado el pragmatismo y eso les lleva a hacer planteamientos que creen que pueden ganar o, al menos, pelear. Y también a elegir el momento y dosificar.

El viraje en la izquierda abertzale se produce en la relevancia que da a unos temas sobre otros, pero es obvio que no han cambiado de ideología. El "derecho a decidir" sí sale en su programa electoral. Y este fin de semana la alusión a un futuro en el que "Euskal Herria" sea independiente ha sido claro. Tolosa se ha convertido en el epicentro de la reivindicación independentista de la izquierda abertzale, en un acto en el que candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, presentó a la "izquierda independentista" como la única capaz de provocar una revuelta en las políticas sociales de Euskadi, y su jefe de filas, Arnaldo Otegi, hizo un llamamiento a los que en su día votaron izquierda no abertzale porque entiende que tuvieron una oportunidad, no salió todo lo bien que confiaban y ahora, básicamente, es su turno. Pero en su intervención quedó claro que para EH Bildu estas elecciones son solo un "hito" en un camino largo para el "proceso de liberación nacional y social" que solo concluirá con la llegada de una "república de Euskal Herria". Un proceso que, en su opinión, tiene cada vez más fuerza en las tres provincias de Euskadi, Navarra y las tres vascofrancesas.

La campaña se había centrado hasta este momento en cuestiones de gestión, en la reivindicación de la mejora de los servicios sociales y en cómo mantener el motor económico de Euskadi para pagar esos servicios. Eso se muestra también en los programas electorales. El de EH Bildu tiene 140, pero solo las dos últimas se dedican a explicar que promoverá un "nuevo estatus político" para el País Vasco.

¿Y qué quiere decir eso exactamente? Poco nuevo. La vía de la unilateralidad, como se promovió en Cataluña, quedó descartada en el Parlamento vasco. "El PNV nunca firmaría eso", reconocen en la formación abertzale, así que necesitan algo con lo que puedan ir con ellos de la mano. Ese algo es un estatuto en el que se plasme el derecho a decidir. "Estatuto sí, nuevo estatus no", decía hace unos días el candidato socialista Eneko Andueza, reacio a abrir debates que terminen en "aventuras" que no se puedan luego controlar. Todas las formaciones están de acuerdo en que puede ser el momento de empezar a hablar de un nuevo estatuto que profundice en el autogobierno vasco, aunque el alcance y la orientación es muy distinto en cada uno de ellos. "Bienvenidos al camino del autogobierno a PP y Bildu, hasta ahora contrarios al estatuto", se sonreía Imanol Pradales cuando este asunto salió en el debate de la Eitb.

Debate sobre autogobierno en el parlamento

La ponencia sobre el autogobierno que precede a la elaboración del articulado de un nuevo estatuto lleva dando vueltas en la cámara vasca desde 2014, pero diez años después sigue sin consenso. Bildu, ante la expectativa de que el próximo parlamento vasco tenga una mayoría nacionalista, quiere retomar aquella ponencia. Pero no es solo esa mayoría que puede ahora incrementarse tras el 21 de abril. También el contexto político en España. PNV y PSOE firmaron en el acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez que "el autogobierno debe entrar con urgencia en una nueva fase" y que en un máximo de año y medio desde que comience la legislatura vasca alumbrarían un texto pactado.

El candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, ha fijado el nuevo estatus político vasco como "el principal desafío" para la nueva legislatura amparándose en que es necesario para una mejor gestión y la manera de ofrecer mejores servicios a la sociedad. Su impulso para retomar esta idea en una nuevo debate sobre el autogobierno coincide en los plazos con lo pactado entre PNV y PSOE. En tres meses retomar la ponencia, un año más tarde un texto cerrado. En la izquierda abertzale entienden que el contexto nacional ofrece "una oportunidad histórica para dar pasos en el reconocimiento nacional de Euskal Herria", este, dice su programa, "es el momento de actuar con ambición" porque es "evidente" que en los próximos cuatro años habrá un impulso de la plurinacionalidad.

Bilateralidad "sin injerencias"

No parten de cero. Sus premisas están claras en esas dos páginas finales de su contrato electoral: reconocimiento nacional, derecho a decidir, una relación confederal basada en la bilateralidad absoluta con el estado español "sin injerencias". Pero esto, ya había sido pactado previamente con PNV y Elkarrekin Podemos (este último con matices) en el Parlamento vasco. En 2018 estas formaciones alcanzaron un acuerdo que sentaba las bases del nuevo estatuto vasco y en el que se abría la puerta a la celebración de una consulta o referendum que no solo incumbía a Euskadi sino al destino de Navarra y las tres provincias francesas que se engloban en su concepto histórico de Euskal Herria. Esto se repite ahora en el programa electoral de EH Bildu. Aquel acuerdo no llegó a ningún lado, los partidos constitucionalistas entendieron que era contrario a la legalidad y volvió a un cajón. Con la pandemia de por medio ha habido otras preocupaciones hasta ahora y este asunto quedó enterrado en las últimas elecciones de 2020.

En aquel acuerdo del parlamento vasco, los nacionalistas pactaron que el texto que saliera de las cortes autonómicas debía ser consultada a la ciudanía vasca, de forma que, de ser refrendado, llegaría al Congreso con un aval moral o social con el que no contó el Plan Ibarretxe en 2005. En Bildu siguen con esta misma idea. Saben que los partidos no constitucionalistas no aceptarán sus planteamientos radicales y se suman a la vía confederal, que los aleja del planteamiento unilateral que se ha visto en Cataluña. El lehendakari saliente, Iñigo Urkullu, por su cuenta y riesgo propuso hace siete meses una "convención constitucional" en un artículo en El País y decía que "el pacto no se le puede imponer al Estado". Lo que está por determinar es qué plantea EH Bildu si, en caso de parir un nuevo texto con el PNV y este consigue el aval ciudadano, el Congreso lo rechazase.