XX aniversario
El CNI recuerda a sus agentes asesinados en Irak
Robles preside el acto de homenaje en el Centro Nacional de Inteligencia
Juan José Fernández
Redactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
A ocho agentes del CNI desplegados en Irak les tocó no volver. Ya han pasado 20 años, y el Centro Nacional de Inteligencia ha querido recordarlos de una forma especial este miércoles con un acto solemne en su sede al borde de la A6, en la entrada noroeste de Madrid, donde un monumento de acero corten alberga ocho llamas de piedra que los representan.
Gobernando Aznar, Defensa los había enviado para integrar la cobertura de inteligencia y protección de las tropas españolas que se encontraban en el país, recien invadido por Estados Unidos. A uno de ellos, José Antonio Bernal, lo atacaron en octubre matarifes de la Mujabarat, los restos de la policía secreta irakí, en una venganza mortal cometida en una calle de Bagdad. A otros ocho los esperaba una emboscada en un tramo recto de la llamada "ruta Jackson", entre la capital iraquí y Latifiya.
Los dos vehículos en los que viajaban fueron objetivo de francotiradores, ametralladoras y cochetes antitanque. Iban a bordo de los coches Alberto Martínez, Alfonso Vega, Carlos Baró, José Ramón Merino, Alfonso Vega, Luis Ignacio Zenón, José Carlos Rodríguez y José Manuel Sánchez. Los que sobrevivieron a los primeros tiros aguantaron media hora más de fuego enemigo. Solo Sánchez salió vivo del trance.
"Nunca muere lo que no se olvida, y nosotros no les olvidaremos jamás", ha dicho sobre ellos la directora del CNI, Esperanza Casteleiro, que ya formaba parte de la plantilla de un conmocionado centro de inteligencia el día que llegó a Madrid la trágica noticia.
Homenaje
Aquella matanza, los errores que la flanquearon y la experiencia dolorosamente aprendida es hoy parte de la formación de todo agente que ingresa en el Centro. A eso ha aludido la ministra de Defensa, Margarita Robles, al decir en el homenaje que el ejemplo de aquellos agentes es “un espíritu que está aquí en esta sala, con nosotros, y nos da impulso para seguir adelante”.
Ha sido una ceremonia especial pero sobria, presidida por la ministra y con algunos elementos de la liturgia militar. Ha sonado el toque de oración y el himno "La muerte no es el final", interpretado por una banda de la Guardia Real.
Desde este miércoles hay una corona de laurel a los pies del monumento que se levanta sobre una isla de césped en el jardín de la sede. “Ellos fueron un ejemplo de vida. Antepusieron el interés de salvar a los demás, de ayudar a la paz, que es uno de las cosas más nobles”, ha semblado la titular de Defensa.
Por la mañana, Defensa había tuiteado sobre estos "héroes silenciosos" asegurando: "Nuestro país no os olvida". Las familias de aquellos ocho agentes han recibido distinciones de oro durante este homenaje después de años sin que las ocho muertes fueran reconocidas en toda la dimensión y el significado que tuvieron.
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