Apuntes políticos

ERC y PSC asfaltan la 'carretera' hacia los presupuestos

La pinza entre socialistas y posconvergentes en el Parlament para frustrar la posibilidad de que Aragonès gobernara a golpe de decreto forzó la cesión de ERC con la B-40

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Júlia Regué

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En el Palau de la Generalitat ya se preparan para firmar el acuerdo para los presupuestos catalanes de este 2023. ERC asume el precio político de aceptar públicamente la ejecución de la carretera B-40 y el PSC luce haber logrado que el 'president' Pere Aragonès asuma la debilidad de su Govern en minoría. El compromiso de no poner trabas a la construcción de unos 6,4 kilómetros de autovía desencalla una negociación atascada en la desconfianza mutua y basada en los recelos de los dos principales rivales políticos en Catalunya.

El balance de daños de Esquerra

El gesto público de Aragonès vino precedido de un balance de daños. Los republicanos concedían a los socialistas una 'victoria': no se trata de la B-40 en sí, sino de retocar la posición política de un partido y de poner en jaque a uno de sus 'consellers'. Hay discrepancias internas en Esquerra que la formación trata de aminorar recalcando que cabía priorizar el pacto global de las cuentas y no dejar perder la bolsa de millones total por una obra que depende y financia el Gobierno. Por mucho que sus militantes del Vallès puedan oponerse y pese al 'conseller' de Territori, Juli Fernàndez, nombrado hace menos de cuatro meses, tras la marcha de Junts, bregado en la batalla territorial contra el Cuarto Cinturón y con una larga hemeroteca de declaraciones críticas con la carretera. Él pagará el precio, pero es cuestión de prioridades. El jefe del Govern podía permitirse una cesión, incluso acallar al titular que deberá vigilar el cumplimiento de la obra, pero no echar al traste la legislatura. Y con eso también jugó el PSC: para pactar, cabía dejar claro que no se buscaba 'apuntalar' a ERC, sino exhibir su minoría. De ahí el 'todo o nada'.

El reconocimiento de Rufián al PSC

El PSC ha basado la negociación en la búsqueda del reconocimiento político por parte de ERC. La mano tendida de Illa, ya en agosto, contó con el rechazo de Aragonès pese a la predisposición del entonces 'conseller' de Junts, Jaume Giró. Las declaraciones del presidente de Esquerra, Oriol Junqueras, acusándoles de haber aplaudido su encarcelamiento con entusiasmo, enervaron al PSC y se alzaron las primeras voces contrarias a cualquier pacto. No fue hasta el miércoles pasado cuando un dirigente republicano exclamó que elegía (y reconocía) a los socialistas como aliados: Gabriel Rufián. Un gesto que Illa puso en valor. La negociación entre el Govern y el PSC estaba enrocada y la abstención de ERC en el decreto anticrisis del Gobierno en el Congreso para presionar se interpretó como una forma de 'obviar' al PSC, de quitarle poder a Illa frente a Sánchez. Una desautorización infructuosa, a ojos del PSC, teniendo en cuenta que ambos dirigentes mantienen una relación de especial confianza, forjada durante la etapa de Illa como ministro de Sanidad, y que el presidente había dado libertad a Illa. Hubo respuesta. El partido había registrado una moción en el Parlament que terminó convirtiéndose en un ultimátum a ERC y se había aliado con Junts para que la prórroga presupuestaria, también sometida a votación en el pleno, se vehiculara en la Cámara como un proyecto de ley, hecho que les permitía advertir a Aragonès de que su plan b -gobernar a golpe de decreto- quedaría reducido a los designios de los otros dos grupos. El nerviosismo cundió en ERC y se saldó con la cesión de la B-40. 

Las inversiones territoriales, entre los últimos flecos

Las negociaciones se retomarán este lunes. Pausa por decoro debido al congreso de ERC en Lleida, donde la dirección llega con la moral caída por la concesión pero dispuesta a apaciguar las tensiones internas para concentrar a los suyos en la 'vía Montenegro' como siguiente paso en la mesa de diálogo tras la reforma penal, aún pendiente de resultados de calado para sus dirigentes, especialmente para Junqueras. Quedan 'flecos' para firmar los presupuestos y el PSC apretará para que sobre papel quede reflejado el compromiso con la "ampliación" del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, no una mera "mejora de la capacidad" aeroportuaria como quiere Esquerra, y para zanjar las inversiones territoriales y las partidas para la ley de la ciencia o a la ley de barrios. Se prevé alcanzar el pacto esta semana próxima, aunque podría no ser el lunes y programar un Consell Executiu extraordinario al habitual de los martes. Antes, imagen inédita: el primer partido de la oposición, con los mismos diputados que Esquerra y una victoria en votos, dando oxígeno a su rival. 

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