La pugna entre socios

Chequeo a los tres puntos del ultimátum de Junts a ERC: ¿quién tiene razón?

Ambas fuerzas emplean el acuerdo que permitió la investidura de Pere Aragonès para acusarse mutuamente de deslealtad

Jordi Turull y Laura Borràs.

Jordi Turull y Laura Borràs.

Xabi Barrena

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El 29 de agosto, en el primer día del curso político, Jordi Turull y Laura Borràs comparecieron para plantear un ultimátum a Pere Aragonès. Sus demandas atañen a tres puntos del acuerdo de Govern entre posconvergentes y republicanos que los primeros consideran ampliamente incumplidos. La dupla de JxCat agitó el espantajo de la salida del Executiu a menos que el 'president', en el debate de política general, se auto-enmiende. ERC siempre ha atribuido el lanzamiento del ultimátum a una táctica de Junts por "externalizar sus luchas intestinas entre los exconvergentes y los activistas". Ambas partes se acusan de incumplir un plan de Govern redactado de manera que todos hallen partes donde acogerse Estos son los tres puntos y las posiciones, hasta el momento diametralmente opuestas, de los socios, y sin embargo enemigos.

El espacio de coordinación

Texto del acuerdo de Govern entre Junts y ERC: "Promover y participar en un espacio de coordinación, consensos y dirección estratégica colegiada para generar consensos entre los principales actores independentistas ". Este espacio se quiere a cinco (los tres partidos y las dos entidades) (...) y busque transitoriamente la coordinación con el Consell per la República hasta que este finalice su reformulación.

Como cabía esperar, puesto que esta piedra fue la que más costó de quitar de la vía del acuerdo en abril del 2021, los partidos vuelven a chocar con el 'sanedrín' o 'estado mayor' (los problemas ya nacen en la denominación). Junts acusa a ERC de no haber movido un dedo para crearlo, máxime cuando el espacio de diálogo que existía, ya desde 2017, dejó de reunirse en diciembre pasado. ERC acusa a Junts de haber boicoteado los trabajos previos para reformar el Consell per la República y dotarlo de una mayor transversalidad y romper, por tanto, con el ascendente de Carles Puigdemont sobre la entidad que él creó.

Lo que subyace, en el fondo, es la lucha por el timón del 'procés'. Los republicanos creen que los posconvergentes, sin la presidencia, tratan de interceder en las decisiones clave. Y les piden que hagan algún tipo de propuesta, porque en la actualidad "solo hay una, la de Esquerra. Y ellos solo critican". "Si no tienen propuesta y solo critican la nuestra, poco hay que coordinar", apunta ERC.

Mesa de diálogo

Acuerdo de Govern: "ERC apuesta por seguir explorando la Mesa de Diálogo, Negociación y Acuerdo (...) Junts asume dar una oportunidad a este espacio para que sea un punto real de negociación(...) El escepticismo de Junts con la mesa no será un impedimento para trabajar y participar lealmente en el proceso de diálogo (...)

Junts reclama que en la mesa con el Gobierno central se aborden aquellas cuestiones para lo que la parte catalana la creó: la autodeterminación y la amnistía. La entrada en juego, en la última mesa, de cuestiones como la defensa del catalán ha servido de palanca a los posconvergentes para denunciar el tránsito del foro hacia una especie de versión b de la Comisión Bilateral.

ERC se agarra a este punto del ultimátum para acusar a Junts de que los primeros que no han cumplido el pacto son ellos. No ven los republicanos ninguna lealtad posconvergente. Tampoco antes de la entrada de otros asuntos en la mesa de dialogo.

La propia <strong>Laura Borràs</strong> señaló, apenas 10 antes del día del ultimátum, que la mesa había pasado de ser un órgano "estéril" a "contrario" para el proceso de Catalunya hacia la independencia.

Todo ello con la salida de Junts de la propia mesa de diálogo, a cuenta del debate abierto con Aragonès sobre si los representantes tenían que ser o no miembros del Govern. El acuerdo no lo especifica y los republicanos, en una primera instancia, se acogieron a una reunión entre el 'president' y el entonces secretario general de Junts, Jordi Sànchez, en la que este, supuestamente, habría acordado la participación de los 'consellers' posconvergentes. En cualquier caso el plan de Govern, la hoja de ruta del Executiu para los cuatro años concreta que la mesa es "entre ambos gobiernos"

Coordinación en el Congreso

Acuerdo de Govern: "Se articulará un espacio de trabajo y comunicación permanente entre el Govern, los partidos que lo integran y tengan representación en las Cortes liderado por el 'president' y el vicepresidente".

Este es el punto en el que menos duda ERC, si duda en alguno, y el que prioriza Junts. Entiende Junts que la actual composición del Congreso y la pírrica mayoría parlamentaria que sostiene al Gobierno de Pedro Sánchez dota al independentismo de una ocasión de oro para forzar a los socialistas a explorar caminos que 'motu proprio' nunca transitarían. Y que es por ello que los diputados de ERC, Junts, e incluso, el PDECat y la CUP, deberían actuar en bloque en aquellas cuestiones que pudieran repercutir en el 'procés'.

Los republicanos hacen notar dos 'pero'. Los diputados decisivos, como se ha visto a lo largo de la legislatura, son los 13 de ERC. Los cuatro de Junts (en las urnas obtuvieron ocho, pero luego la escisión Puigdemont partió el grupo en dos mitades iguales) son inanes. De nuevo, la sospecha republicana de que Junts trata de alcanzar un poder de decisión, influencia y relevancia que no está sustentado en el veredicto de las urnas. Oriol Junqueras lleva una semana apuntando que estaba convencido de que "la coordinación se basa en respetar la mayoría democrática". Un forma de decir que mejor no meneallo porque, votos en mano, los cuatro de Junts deberían obedecer sin chistar a los 13 de ERC.

El segundo punto es que no siempre se puede trazar la divisoria entre asuntos sobre el 'procés' y los más propios del día a día. Y el ejemplo son las negociaciones sobre los Presupuestos Generales del Estado, donde lo social (materia en lq eue los dos partidos catalanes tienen distintas ópticas) se mezcla con lo más político

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