LA REACCIÓN DE LA JEFATURA DEL ESTADO

Silencio en palacio

La duquesa voló de Palma a Madrid para dar los detalles de la declaración a su padre

PILAR SANTOS / MADRID

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«Es un hombre bueno, bueno, bueno... ¡buenísimo! Tiene un gran fondo espiritual y moral ¡De una pieza! Sensible, atento, muy bien educado. Y al mismo tiempo espontáneo, alegre, animado. Como marido y como padre es un puntal: da una gran seguridad en su casa». La frase es el retrato de Iñaki Urdangarin que la reina Sofía le hizo a Pilar Urbano (La reina muy de cerca) en el 2008, casi un año después de que el conde de Fontao, enviado del Rey, pidiera al marido de la infanta que dejara sus actividades en el Instituto Nóos. Se suele decir que nadie aguanta el peso de la hemeroteca. Ni los políticos ni los periodistas. Y parece que tampoco los miembros de la familia real y lo que se lee en las (pocas) biografías más o menos autorizadas.

La Zarzuela guardó durante todo el día un silencio sepulcral ante la histórica comparecencia en los juzgados de la hija de un Monarca. Según fuentes de la Casa del Rey, Cristina llamó por teléfono a su padre a la salida para explicarle cómo había discurrido la declaración, aunque le quiso dar todos los detalles en persona pocas horas después. La infanta cogió un avión regular de Air Europa y voló a Madrid para reunirse con sus padres.

La Casa del Rey confía en que las explicaciones que Cristina ofreció al juez José Castro sirvan para despejar sus dudas sobre su nula responsabilidad en Aizoon y se cierre así una etapa que ha tambaleado los cimientos de la monarquía borbónica y que ha entorpecido la operación de consolidación de la figura de los Príncipes de Asturias.

Ninguna decisión drástica

Desde que estalló el escándalo, en noviembre del 2011, la Casa del Rey ha aplicado solo medidas superficiales que no han evitado que el fuego llegara hasta el centro mismo de la institución y dieran la puntilla al prestigio de la institución.

Primero se apartó a Urdangarin de los actos oficiales y se condenó su comportamiento «no ejemplar»; después se dejó también de contar con Cristina para la agenda de la familia real, pero el apoyo de la Zarzuela a la hija del Rey se ha mantenido siempre: la institución llegó incluso a censurar su primera imputación, en abril del 2013. Un error que ha alargado la pesadilla para la familia real, y sobre todo para el Príncipe, uno de los principales perjudicados del caso Nóos.

Llegados a ese punto, Juan Carlos se implicó en la defensa de su hija y decidió que fuera Miquel Roca, su amigo desde hace casi 40 años, el que asumiera semejante empresa. Sin embargo, el Monarca ha descartado decisiones drásticas.

No le ha planteado en ningún momento a su hija que se divorciara, un gesto que podría haber servido para constatar que realmente Urdangarin engañó a su hija y se aprovechó de su condición de yerno real sin su conocimiento, ni tampoco le ha pedido que renunciara a sus derechos dinásticos.

Habría sido algo simbólico, puesto que es la séptima en el orden de sucesión al trono (por detrás del principe Felipe, las infantas Leonor y Sofía, su hermana Elena y sus hijos, Victoria Federica y Felipe Juan Froilán), pero habría servido de muro de contención.

La investigación judicial que tiene como epicentro el Instituto Nóos ha coincidido con la peor etapa que ha vivido Juan Carlos al frente de la jefatura del Estado, con problemas de salud que le han obligado a reducir su agenda y también como protagonista de polémicas puntuales como la cacería en Botsuana, por la que pidió perdón públicamente, que han minado su imagen labrada durante más de tres décadas.