Las notas de Joan Tapia
José Montilla y Artur Mas: El arma de construcción masiva
Las consecuencias de la sentencia del Estatut dominan toda la política catalana y española. Es un momento muy complicado y los dirigentes catalanes necesitan decisión y sangre fría. Mientras, el 'caso Millet' va confirmando que la política tiene cloacas.
7,5 NOTABLE
Parece que la sentencia no rompe la columna vertebral jurídica del Estatut, que queda herido (la gravedad depende de las «interpretaciones» definitivas de los 27 artículos) pero puede caminar. Pero también acierta Artur Mas. La columna vertebral política de la relación entre España y Cataluña se tambalea. Como dice el gran constitucionalista Javier Pérez Royo, los estatutos de las autonomías del artículo 151 (Catalunya, Euskadi y Galicia) se basan en el pacto entre lo que propone el parlamento autonómico y lo que aprueba el español. Y el único árbitro posterior es la ciudadanía ¿la catalana, en este caso¿ a través del referendo.
El Constitucional debe dirimir los conflictos posteriores que surjan en su aplicación, pero no puede tocarlos. Nicaparlos.Ahora lo ha hecho, y por eso Alfonso Guerra se equivoca cuando dice que no entiende que Montilla diga que el PP no ha matado el Estatut, que se ha salvado el 95%, y que, al mismo tiempo, se sienta indignado.
Grietas y soberanismo
En Madrid hay gente lista (como el propio Guerra) que está satisfecha. Piensan que todo acabará en unamaniy nada más. Pero yerran, porque el TC, instado por un PP que solo votó a medias (Fraga, sí; Aznar, no) la Constitución, ha roto el pacto constitucional según lo entienden los catalanes (y Pérez Royo). La relación PSC-PSOE se agrietará (y las grietas las carga el diablo). Y en CiU el soberanismo subirá. Lamanies solo la espuma de un movimiento tectónico a medio plazo. Como dice Miquel Roca, la sentencia también es un problema para España.
Pero los partidos catalanes ¿en especial, los dos centrales, que suman el 66% de los votos y el 74% de los diputados en las elecciones españolas¿ tienen peso y pueden forzar la rectificación. Montilla y Mas lo saben. E intentan ir juntos. Montilla no está prisionero del PSOE. Ni de Chacón. Ha hablado alto y fuerte. Algunos, que le acusarían de botiflersi hubiera contemporizado, dicen que ha ido demasiado lejos. Bien. Artur Mas huye del radicalismo y su respuesta a Zapatero ha sido tan equilibrada como contundente. Bien.
La reunión del miércoles entre ambos alumbró un triple pacto: acatar pero no renunciar; aplazar la cumbre de partidos y la solemne declaración de Parlament hasta conocer la sentencia (evitando toda precipitación), y trabajar para lareconquistadel Estatut. Es posible. El propio Zapatero lo admitió el jueves cuando, tras el equívocoobjetivo conseguidoy decir que se sentía aliviado (la inconstitucionalidad habría sido un gran sopapo del PP), se avino a «rescatar el Estatut» (portada del viernes de este diario). Zapatero gobierna porque el PSC cuenta en Catalunya. Y le conviene la entente con CiU.
Es más, Montilla y Mas tendrían, juntos, el Arma de Construcción Masiva (ACM) para lareconquista: una simple nota en la que PSC y CiU aseguren que no votarán la investidura de ningún candidato a presidir el Gobierno que no se comprometa. Zapatero quedaría prisionero. Y Rajoy, expulsado (salvo rectificación). Pero son competidores y no llegarán a tanto. Montilla subirá la tensión pero no quiere romper. Parte de sus electores son PSOE. Y está la sombra de Chacón. No una amenaza seria, sí un aviso. Y Mas no quiere que CiU sea un aliado fijo del PSOE. Hacer de bisagra es su fuerza y parte de sus votantes (y dirigentes) se ilusionan con un nuevo pacto del Majestic (sin Aznar). Montilla y Mas no explicitarán la ACM por intereses divergentes.
Pero la simple posibilidad de 35 diputadossociovergentes(el 10% del Parlamento español), más los cuatrp de ERC e ICV, está ahí. Y recuerda que es peligroso gobernar España contra Catalunya. En el 2004 Catalunya se movilizó contra Aznar (que no se presentaba) y Rajoy perdió. Por el momento, Montilla y Mas, que se vigilan y no se quieren (uno de los dos puede morir en las próximas elecciones), cabalgan juntos. Lo hacen bien aunque deben mejorar.
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