Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Una victoria de Pimec

Antoni Cañete, president de la Pimec, a la seu de la patronal catalana.   | ZOWY VOETEN

Antoni Cañete, president de la Pimec, a la seu de la patronal catalana. | ZOWY VOETEN

El que la sigue, la persigue. Antoni Cañete, el actual presidente de la pequeña y mediana empresa catalana, Pimec, ha logrado finalmente que esta patronal sea reconocida como agente en el diálogo social, primero en el Consejo Económico y Social y, posteriormente, en la negociación colectiva. Que nadie se alarme, no es ningún privilegio para los catalanes. La puerta de Pimec se abre para todas las organizaciones territoriales con representatividad que son muchas. Es la cara B de la foto del sábado con Milei. Esa legión de pequeños y medianos empresarios que no frecuentan las alfombras del poder pero que son una parte sustancial de la creación de riqueza, de la innovación y de la generación de empleo en Catalunya y en toda España. 

Las pequeñas y medianas empresas son la economía real, la que no maquilla los resultados en un excel, ni hace ingeniería financiera, la que vive enterrada en los formularios que pactan los altos funcionarios del Estado con las grandes consultoras para repartirse las ayudas públicas y las concesiones entre unos pocos, la que sufre el incremento del coste de la energía y la subida de los tipos de interés sin margen para subir los precios a sus clientes. Esa economía gana peso en el diálogo social en España. Y es gracias al empeño de la Pimec y de Cañete que ha removido cielo y tierra, se ha desgañitado explicándolo a las derechas y a las izquierdas haciendo de grupo de presión en su más noble expresión. 

La entrada de Pimec y de las organizaciones territoriales en el diálogo social puede ser la traslación en la economía de la necesidad que tiene España de reconocerse en la diversidad y no en la uniformidad o en el centralismo. El estado de la economía no puede medirse solo por el Ibex-35, que es muy importante, ni por el lleno en los restaurantes de Madrid donde nadie paga la cena de su bolsillo, que no pasa nada porque les vaya bien. La inteligencia en la negociación sumada a la perseverancia en los objetivos acaba por dar resultado. 

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