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Andreu Claret

Andreu Claret

Periodista y escritor. Miembro del Comité editorial de EL PERIÓDICO

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Catalunya se parece un poco más a España

Tantas novedades indican que estamos ante un cambio de fondo que no puede explicarse solo por la sacudida de la última década. Algo está cambiando en la sociedad catalana

Resultados de las elecciones de Catalunya 2024, en directo hoy: quién ha ganado y la última hora de todos los posibles pactos

Salvador Illa, candidato del PSC, gana las elecciones en Catalunya

Salvador Illa, candidato del PSC, gana las elecciones en Catalunya / Emilio Morenatti / AP

La sociedad catalana que emerge de las urnas de ayer resulta ser la menos nacionalista de los últimos 40 años y una de las más conservadoras de las dos últimas décadas. La primera de estas constataciones se expresa en el profundo retroceso independentista –la forma que adopta hoy el nacionalismo catalán– que pierde la mayoría y cerca de un millón de votos. La segunda se pone de manifiesto en la debacle que sufre ERC, que se suma al retroceso de los Comuns y de la CUP. Una pérdida de 17 escaños que no compensa los 9 ganados por Salvador Illa. Sumada a la nueva extrema derecha de Aliança Catalana, la derecha cuenta con 63 escaños, algo que también resulta ser una novedad para una sociedad que, a caballo del victimismo y del 'procés', se creyó más de izquierdas de lo que era.

Tenemos pues una Catalunya menos independentista/nacionalista, como reconoció Carles Puigdemont, con su lenguaje, al hablar de avance del españolismo. Efectivamente, aun excluyendo de esta categoría al PSC, que es un partido de obediencia catalana, es cierto que el PP ha multiplicado por cinco sus escaños sin ganarlos a costa de Vox. Juntos han multiplicado por dos su presencia en el Parlament, lo que tampoco había ocurrido nunca. Tantas novedades indican que estamos ante un cambio de fondo que no puede explicarse solo por la sacudida de la última década. Algo está cambiando en la sociedad catalana. Los resultados siguen mostrando sus particularidades, como ha ocurrido desde los tiempos de la República, y como ocurrió durante los 20 años de gobiernos de Jordi Pujol. Sin embargo, tras este 12 de mayo, Catalunya se parece un poco más a España. Desde luego mucho más que en 1980, cuando Convergència Democràtica emergió como la principal fuerza del centroderecha catalán, y el PSUC cosechó unos resultados que triplicaban los del PCE en el resto de España. Hoy se vislumbra mejor que tanto Pujol como el PSUC tenían algo de excepcional, fruto de la larga noche franquista. Cuarenta años después, los herederos de los comunistas catalanes tienen seis escaños, y Puigdemont, pese a su areola de mártir, obtiene la mitad de los escaños que llegó a obtener Pujol en sus momentos de gloria.

Sumadas, estas novedades hacen difícil vislumbrar un acuerdo para que Illa alcance la presidencia de la Generalitat. Sobre todo, si a ello añadimos la diabólica imbricación de la política catalana con la española, que es otro dato fundamental del momento político catalán. Cuando todo dependía de Felipe González (o de José María Aznar) y de Jordi Pujol, bastaba con algunos traspasos más, o con que el diario ABC hiciera Pujol ‘español del año’. Ahora, ningún medio de la capital está por la labor de hacer a Illa español, ni siquiera por un mes. Es el hombre a batir para evitar que Pedro Sánchez sobreviva a caballo de los comicios catalanes. Próxima cita, el 9 de junio. Hasta entonces, Esquerra deberá decidir si se lanza al monte, como ha hecho tantas veces en su historia, o apuesta por una estrategia de largo alcance.

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