Ágora
Sergi Barrera

Sergi Barrera

Jefe de la oficina del Parlamento Europeo en Barcelona

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¿Qué Europa para un mundo inestable y complejo?

Parlamento Europeo

Parlamento Europeo / PODEMOS

En cualquier otro momento, la imagen de la legislatura europea que ahora acaba habría sido la del hemiciclo en pie en enero de 2020 interpretando la canción escocesa tradicional de despedida 'Auld Lang Syne' después de que el Parlamento Europeo ratificara la salida del Reino Unido de la UE. Pero han sido cinco años marcados por una sucesión de emergencias globales e incluso el fallecimiento de un presidente en ejercicio, David Sassoli, quien lideró la institución durante la pandemia del covid-19, declarada solo seis semanas después de la culminación del Brexit.

A la crisis sanitaria le siguió la invasión rusa de Ucrania –guerra territorial, pero también contra nuestros modelos democráticos– y desde hace más de medio año un nuevo conflicto bélico en Oriente Próximo, entre Israel y Gaza, dentro del territorio de la política europea de vecindad. Vale la pena recordar que ya en diciembre de 2022 la Eurocámara aprobó una resolución instando a Israel y Palestina a establecer dos Estados soberanos basados en las fronteras de 1967 y con Jerusalén como capital de ambos.

Este contexto y sus derivadas, como la crisis energética o el aumento del coste de la vida, han hecho que la UE haya estado en la primera línea mediática durante toda esta IX legislatura, de 2019 a 2024. En cuanto a la opinión pública, estos años pueden considerarse de 'toma de conciencia de la UE', ya que tanto los gobiernos como la ciudadanía han visto claramente que las crisis globales requieren de una respuesta unitaria coordinada desde Bruselas, con la fuerza de 450 millones de ciudadanos. Así se refleja en el último Eurobarómetro publicado a mediados de abril según el cual el 73% de los europeos afirma que las políticas de la UE tienen un impacto en su vida cotidiana y ocho de cada diez (81%) creen que votar en las elecciones europeas es aún más importante, dada una situación geopolítica que lleva a reivindicar los principios fundacionales de la UE: paz, solidaridad y democracia.

Del 6 al 9 de junio 370 millones de electores de los 27 Estados miembros podremos ejercer nuestro derecho a voto para escoger a los 720 eurodiputados de la X legislatura del Parlamento Europeo, en lo que es el mayor ejercicio democrático transnacional en el mundo y que definirá el rumbo político europeo para el próximo lustro.

Las proyecciones de escaños manifiestan tres dinámicas primordiales: estabilidad de los dos grupos parlamentarios principales, democratacristianos y socialdemócratas –que como ya ocurrió por primera vez en 2019 no sumarían entre ambos el 50% de los escaños–, y del grupo de izquierda; pérdidas para los grupos liberal y verde; y ganancias para ambos grupos de extrema derecha, hasta el punto de que uno de ellos podría convertirse en el tercero con mayor representatividad. Con todo, en el Parlamento Europeo están representados más de 200 partidos nacionales y, muy probablemente, no tendremos la fotografía en alta resolución sobre cuántos grupos políticos habrá y su composición hasta que nos acerquemos a la sesión constitutiva, el 16 de julio.

En la difícil legislatura que dejamos atrás el Parlamento Europeo ha sido capaz de aprobar 450 leyes, entre ellas la primera a nivel mundial sobre inteligencia artificial, nuevo ejemplo de la capacidad de la UE de crear un marco regulador común a nivel global (el llamado 'efecto Bruselas'); el nuevo Pacto de Migración y Asilo, que llevaba diez años bloqueado; impulsar la agenda verde; o adoptar un régimen general de condicionalidad de los fondos europeos al estado de derecho, que permite su suspensión o reducción cuando se produzcan violaciones del Estado de derecho en los países miembros (actualmente en aplicación a Hungría).

Los retos de presente y futuro son mayúsculos: defender y promover la democracia frente al deterioro de la calidad democrática global y la desinformación; avanzar en la política de defensa para que la UE pueda hacerse cargo de su propia seguridad; integrar más el mercado único para fortalecer la competitividad europea; avanzar hacia la autonomía estratégica reduciendo la dependencia exterior; decidir a qué velocidad se quiere luchar contra el cambio climático; dar respuesta a la política de ampliación, que requerirá reformas tanto de los países candidatos como de la UE; o adoptar el presupuesto a largo plazo (Marco Financiero Plurianual) 2028-2035, que incluya todas estas prioridades.

En un mes estamos convocados para decidir qué Europa queremos frente a un mundo inestable, complejo y rápidamente mudable.