Elecciones 12M
Sergi Sol

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Periodista

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¿Con qué puede seducir Salvador Illa para ser president?

No sale de la "concordia". Ni tan siquiera asume las tesis de una persona tan moderada como Sánchez Llibre (Foment) sobre el déficit fiscal

El candidato del PSC, Salvador Illa, en la rueda de prensa de EFE

El candidato del PSC, Salvador Illa, en la rueda de prensa de EFE / Alberto Estévez / EFE

La candidatura del president Aragonès sufre en las encuestas. Cierto es que hay mucho indeciso aún y que buena parte duda sobre la conveniencia de votar o no a los republicanos. Tienen fronteras abiertas por doquier.

Pero no parece que puedan ya atrapar a Salvador Illa, quien se mantiene firme en las encuestas y al que la espantada de Pedro Sánchez parece haber dado un espaldarazo en toda regla. Otra cuestión es que los diputados de ERC vayan a ser determinantes en un escenario complejo y fraccionado. Decisión que va a ser harto difícil sea cual sea esta.

Puigdemont hoy también sigue lejos de Illa, sobre todo en voto popular. Lo juega todo a su restitución. Por eso su mejor baza de campaña, hasta la fecha, han sido las referencias faltonas del ugetista Carnero que se le han vuelto en contra (al PSC) y que son agua bendita para Puigdemont siempre presto a presentarse como el gran agraviado. Además ¡ojo al dato! los primeros que salieron en defensa de Puigdemont fueron los de ERC. Algo que para nada es novedoso pese a que Puigdemont les ha demonizado sin tregua. Puigdemont o su entorno directo se han hartado de repudiar a los republicanos, con los peores adjetivos. Incluido el detestable y fanatizado vocablo 'traidores'.

No se debería olvidar que en nombre de Puigdemont se han perpetrado todo tipo de excesos y linchamientos. Solo hay que recordar los insultos execrables a Carme Forcadell en el acto de homenaje que se montó el Consell per la República, a mayor gloria de Puigdemont, para celebrar el quinto aniversario del 1 de Octubre. De lo más triste y bajo que se ha visto, jaleado sin rubor alguno por sus seguidores y destacados dirigentes de Junts con honrosas excepciones. Pero jamás Puigdemont expresó disculpa alguna o reprochó ese tipo de comportamientos. Es como si cualquier agravio a su persona fuera intolerable para propios y extraños mientras el puigdemontismo -con él al frente- se ha podido permitir todo tipo de menosprecios y descalificaciones. 

O igual es que cuando tu adversario gime con cada golpe que tú recibes, mientras te permites hacer justo lo contrario en insólita reciprocidad, igual es que te han tomado la medida o comido la moral. Si te arrean y no respondes es como una invitación a darte sin miramientos. Sale gratis.

Ese es uno de los hándicaps de los republicanos y una de las fortalezas de Puigdemont que además se refleja en las encuestas. El elector republicano da una nota destacada a Puigdemont mientras el de Junts, un aprobado raspado a Junqueras, que de hecho ha sido el blanco principal -un día tras otro- de la ira política propugnada desde Waterloo. 

Por otro lado, Puigdemont ha dejado hábilmente de lado, en campaña, su extrema belicosidad contra los republicanos, a los que tras el 12M exigirá su apoyo bajo acusación de ser lo peor. Es decir, vuelta a las andadas. En cambio, los republicanos han intentado sacar carácter en campaña. Tal vez cuando le han visto las orejas al lobo.

Otra cosa es que aritméticamente el independentismo sume. Sin esa suma puede que haya bloqueo, pero no Puigdemont. No está nada claro, que sumara mayoría. Con el añadido que media una distancia sideral entre lo que propugna económicamente la CUP o Junts. Es una suma que en cualquier caso no da para gestión consensuada alguna, están en las antípodas. Y pese a que se recurra a la retórica, lo cierto es que no hay ‘culminación de la independència’ a la vista. Ni remotamente.

Otra cuestión, a su vez, es qué puede ofrecer Salvador Illa -en caso de imponerse como indican las encuestas- para que lo vote el independentismo. Asunto que hoy por hoy escapa a la imaginación. Su techo de exigencia es mínimo. No sale de la "concordia". Ni tan siquiera asume las tesis de una persona tan moderada como Sánchez Llibre (Foment) sobre el déficit fiscal. Este le da un repaso en toda regla. Y tampoco está Illa, por ejemplo, para un renovado impulso del catalán, tema hoy de renovada sensibilidad. ¿Qué está en condiciones de pactar y ofrecer Illa para seducir? ¿Sustanciales mejoras sociales? ¿Con qué recursos? La mayoría de investidura, la que sea, se entrevé difícil.

En el caso de Puigdemont, todo es más simple: él es principio y fin. Su presidencia es el elixir balsámico. Así, sin más. Y por lo demás, si es menester, siempre puede recurrir a la retórica inflamada o a culpar a Junqueras -o a quien sea- de no poder retomar el camino. En la zozobra, ondeará banderas al viento, nos deleitará con un futuro viaje a Ítaca del cual dirá que tiene diversos planes que claro está no nos puede desvelar. Y para postre siempre puede haber un Carnero que le facilite las cosas. ¡Pero cómo se puede ser tan patoso!.

Por cierto, en su día Borrell se burló de un Junqueras preso en Estremera. Le rieron las gracias, jamás se retractó. Y busquen hemeroteca y verán como en Waterloo, aspavientos los justos. Esa es la actitud que se ha consolidado a lo largo de los últimos años. Y se paga.