Debate político
Andreu Claret

Andreu Claret

Periodista y escritor. Miembro del Comité editorial de EL PERIÓDICO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El fango y nosotros, los periodistas

Señores Sánchez y Feijóo, si de verdad apuestan ustedes por la regeneración del sistema empiecen por ponerse de acuerdo sobre unos mínimos

Sánchez convierte ahora su plan de regeneración democrática en una palanca electoral

El Gobierno se toma con "sosiego" el plan de "regeneración" anunciado por Sánchez: quiere conocer antes las propuestas de la "sociedad"

Leonard Beard

Leonard Beard

Escribí mi primer artículo a mediados de 1972, en la revista 'Cambio16' que era, en aquel tiempo, una trinchera de la información libre frente a un poder que perseguía la verdad. Desde entonces, hemos pasado de una dictadura a una democracia, pero comprenderán que yo, como periodista, siempre haya visto al poder, cualquier poder, con prevención. Mirando hacia atrás, veo al Aznar de las mentiras sobre el 11-M y las armas de destrucción masiva, al González de los engaños sobre la OTAN y del oscurantismo sobre el GAL, al Rajoy del silencio sobre la policía patriótica, y al Pujol que nunca dijo la verdad sobre Banca Catalana y pienso en el papel de la prensa en todos estos episodios. Me reafirmo en que la razón de nuestro oficio es el de fiscalizar al poder y a los poderosos, y el de dar la voz y la palabra a quienes no la tienen.

¿Qué ha sucedido para que hoy no hablemos de la verdad, sino del fango? Lo primero es que Pedro Sánchez hizo de este tema la razón de su inaudito retiro. No es mi propósito volver sobre aquellos días. Solo diré que la amalgama que hizo, al principio, sobre información, medios de comunicación, redes sociales y páginas web de oscura procedencia no ayudó al debate que necesitamos. Como periodista me sentí interpelado. Me hubiese gustado oírle reivindicar el trabajo de los miles de profesionales de la información que no manejan ninguna máquina del fango. Sin embargo, aunque haya sido a trancas y barrancas, se ha abierto el debate sobre la posible degradación de nuestro sistema informativo. Una peligro que, a mi entender, tiene tres causas. La multiplicación desordenada de plataformas digítales, la polarización política y el 'síndrome Watergate'.

Si no hay quien la alimente, la máquina del fango deja de funcionar. Sin los exabruptos esperpénticos de muchos políticos, donde la media verdad se confunde con la media mentira, y sin la polarización extrema que conoce la política española, los artesanos del bulo político carecerían de materia prima. No me hago ilusiones, existirían igual porque la dinámica dual de las plataformas digitales es perversa y muchos usuarios piensan que basta con decir una barbaridad para tener influencia. Sin embargo, de no entrar en sintonía con el espectáculo que ofrecen las instituciones, perderían impacto y credibilidad. Por lo tanto, señores Sánchez y Feijóo, si de verdad apuestan ustedes por la regeneración del sistema empiecen por ponerse de acuerdo sobre unos mínimos. Acuerden que en sede parlamentaria, y en televisión, ustedes y sus representantes no pueden mentir, ni celebrar la mentira.

Por ‘síndrome Watergate’ entiendo aquella fascinación por el ‘scoop’ que puede cegar al periodista y al medio en busca de mercado. Bien está sentirse herederos de la tradición que representaron Woodward, Bernstein y otros. No sin recordar que la Garganta Profunda de la que disponían era el subdirector del FBI y no los personajes ocultos en las cloacas del Estado que llevaron a algunos medios españoles a insistir, durante un año, en que los terroristas del 11-M eran etarras. Como ha demostrado EL PERIÓDICO, con artículos sobre las obras del Barça, la contaminación producida por la incineradora Tersa, o los abusos en colegios de Maristas, el periodismo de investigación sigue siendo más necesario que nunca. A condición de tener la verdad como horizonte y la incredulidad como método. Sobre todo, si la fuente de información se llama Manos Limpias o HazteOir.

Los enemigos de la libertad y los cazadores de subvenciones que surfean las redes sociales viven de este material de desecho. ‘Democracy dies in Darkness’ clama la cabecera del periódico que provocó la dimisión de Nixon. La democracia muere en la oscuridad. Hermoso lema. Lo que está en peligro, efectivamente, es la democracia. No volvamos a la amalgama. En las redes hay de todo. Acarrean desinformación, pero también pueden ser un arma contra las 'fake news' fabricadas en laboratorios de demolición de la democracia. La oscuridad es su escondite. Combatámosla. Juntos. Desde los medios de comunicación, sea cual sea su orientación, desde el periodismo, cuya supervivencia está en juego, y desde las instituciones democráticas, que necesitan de un sistema de comunicación libre, responsable y trasparente.

Suscríbete para seguir leyendo