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Periodista, escritora y exdiputada en el Parlament
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Anna Grau
Periodista, escritora y exdiputada en el Parlament
Periodista, escritora y exdiputada en el Parlament
Albert Soler, testosterona contra el 'procés'
En sus artículos, a Soler le gusta presumir de vida patibularia. Te lo imaginas de mojito en mojito y de puticlub en 'meublé' de Waterloo
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Albert Soler, en Girona. / Aniol Resclosa / Diari de Girona
Domingo 21 de abril. Albert Soler, el terror de Carles Puigdemont (de ahora en adelante, el Vivales) firma libros en el bar Cuéllar, en el barrio de Vila-Roja de Girona. Allá donde las esteladas flaquean ante una rojigualda descomunal, las urnas del 1-O las tiraban por un barranco y los atracadores se van de vacío y en ambulancia. “No hay problemas de seguridad ciudadana aquí: los coches duermen con las llaves puestas, las neveras del bar en la calle y... ¡tú, deja pasar a ese taxi!”, ruge la voz desacomplejadamente heteropatriarcal de Antonio Cuéllar. “Sóc català y soy español”, se lee en la camiseta negra que ciñe su torso de exboxeador.
Tampoco suelen ser tímidas las camisetas de Albert Soler. Una vez apareció con una donde campeaba un rostro melenudo. Un político despistado le preguntó: “¿Es la cara de Puig Antich?” Era la de Johan Cruyff.
Hoy no luce en su 'outfit' nada que reste protagonismo a sus bíceps. En sus artículos, a Soler le gusta presumir de vida patibularia. Te lo imaginas de mojito en mojito y de puticlub en 'meublé' de Waterloo. Pero entonces no tendría el cuerpo envasado al vacío que tiene. Que le duele la espalda, alega para ir al gimnasio a diario. Es mejor excusa que la que han encontrado TODAS las librerías de Girona para no dejarle firmar NINGÚN libro por Sant Jordi.
Pues se traslada la firma al bar Cuéllar. Soler se hincha a triunfar con una parroquia que a pesar de la estética del cuadrilátero (perdón, del bar), tiene fuerte componente femenino. Cinco lectoras por lector.
Alguien por lo bajini pregunta: “¿Y tú no le encuentras un poco machista?”. Yo me lo tengo que pensar. El propio Soler no tiene dudas: “¿Machista, yo? Sí, claro”.
¿Provocador o testosterónico empoderado? No es habitual hoy en día leer cosas como las que él escribe de las mujeres, lo mismo de las que le atraen (camareras latinas en cabeza) que de las que no (la “giganta” Laura Borràs, la “sonrisa” de Míriam Nogueras...).
¿Debería yo solidarizarme más con ellas y leerle menos a él? Es posible, pero da pereza cuando si se meten con tu indumentaria y/o vida privada, te tienes que sacar tú solita las castañas del fuego. Yo soy de las antiguas que creen que el feminismo vale para todas o para ninguna.
Seguro que el humor antiprocesista y levemente machirulo de Albert Soler es menos naïf de lo que parece. Como sus bíceps. No provoca quien quiere sino quien sabe con y por qué.
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