Gárgolas
Josep Maria Fonalleras
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una 'a' que significa 'no'

'Marxarons' habla del drama con la energía del “puente riguroso y robusto” del lenguaje que justamente abandonó al padre y que Masanés reclama como el único escondite posible

Las manos de un anciano.

Las manos de un anciano.

Este libro empieza donde termina la gramática. Allí donde deja de existir la posibilidad de comunicación, incluso la propia esencia de lo humano, el habla, la conciencia de uno mismo o, al menos, la idea que los demás tienen de esa singularidad individual. Porque la gramática, las reglas, resulta que nos alejan del vacío, nos permiten imaginar y concretar una vida posible, una existencia, un contrato entre humanos. Lo contrario de la gramática es la disolución. Es lo que sufrió el padre de Cristina Masanés, a raíz de un derrame cerebral, hace unos veinte años. Y ella y su hermano tuvieron que compartir espacio y temores con “palabras que comienzan con una a, que significa no”. Afasia, agramatismo, anartria, alexia y anomia, “la pérdida de los nombres comunes y de los propios”. Anomia comparte grafía con la anomia que se refiere al país sin normativas, donde se desvanece la certeza de unos confines. La broma del diccionario juega con ambos conceptos. No poder nombrar y no disponer de las reglas que nos hacen racionales.

Cristina Masanés, que ya nos había informado sobre mujeres que luchaban para tener un nombre más allá de los referentes y de los mitos masculinos (como la pescadera medio bruja y casi analfabeta de 'Cadaqués', la Lidia que Eugeni d'Ors convirtió en 'La Ben Plantada'; como Germaine Gargallo, amante de Picasso a quien Carles Casagemas disparó antes de suicidarse), nos sorprende ahora con un texto brevísimo que relata el descenso a los infiernos del padre, un agujero negro en el que el horizonte de los acontecimientos es una lucha constante y perdida por recuperar el habla. Ya lo había hecho hace tres años, en la misma colección L'Accent, de L'Avenç, con 'Eroica', un dietario de los días de pandemia, con una reconstrucción moral a raíz del suicidio de la madre y de las semanas de aislamiento compartidas con la hija, pero ahora me atrevería a decir que va más allá. El libro es 'Marxarons', una palabra inventada por el padre que denota la voluntad de caminar, la única palabra articulada con cierto sentido, “un verbo que reúne todos los verbos” y que todavía mantiene en vida a una voz cálida. Me apresuro a decir que es un libro excepcional, escrito “con la calma emocional que te dan los años”, en la frontera entre el minimalismo formal y las metáforas montañosas (el padre era alpinista y la montaña funciona como un referente, un trasfondo, un correlato) que no solo no son redundantes, sino que funcionan como contrapunto poético y narrativo de la trágica historia del desarraigo.

'Marxarons' no es un libro para estar en las listas de los más vendidos. Sin embargo, es “uno de los libros más fascinantes”, como ha dicho Bernat Puigtobella. Porque habla del drama con la energía del “puente riguroso y robusto” del lenguaje que justamente abandonó al padre y que Masanés reclama como el único escondite posible, como la única cuerda a la que aferrarse, ante la presencia insolente e inhóspita de la mudez impuesta. Palabras que crean un refugio donde todos podemos cobijarnos, ante “la silenciosa noche glacial” del alma.

Suscríbete para seguir leyendo