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Las incógnitas del 12M

La amplitud de los resultados del PSC y el pulso de Junts y ERC condicionarán la principal duda: cómo pactar

Urnas en un colegio electoral

Urnas en un colegio electoral

Una encuesta electoral es una foto fija -refleja las estimaciones de voto en el momento en que se realiza- y sirve para evaluar la evolución de las tendencias del electorado, tanto en relación con la anterior encuesta como respecto a los resultados de los comicios de referencia. La 'photo finish' no la dará ninguna encuesta, ni las que se realizan en la misma jornada electoral, sino el escrutinio final de los votos emitidos por los ciudadanos. Este es el contexto en el que se enmarca la segunda entrega de la encuesta preelectoral del GESOP para este diario en vísperas de la campaña de las elecciones catalanas del 12 de mayo. Desde esta óptica, la encuesta -realizada entre el 18 y el 20 de abril- aporta algunos datos sobre las principales incógnitas ante la cita electoral del 12M. 

El primero, en contraste con el ruido político de la precampaña, es la todavía baja movilización de los electores: solo un tercio (33%) cree que estamos ante unas elecciones «muy importantes». Esta consideración, sin embargo, se traduce en mayor predisposición a acudir a las urnas: la estimación de la participación se sitúa en el 55%-60%, es decir, superior a la de las elecciones del 14F de hace tres años (53,5%), condiconadas, eso sí, por un pico de la pandemia.

La segunda incógnita -la estimación de voto- confirma la tendencia al alza del PSC: avanza 2,6 puntos en relación a la encuesta de marzo, justo después de la convocatoria electoral, con una estimación del 26,4% . Los socialistas, además, son los que concentran más fidelidad de voto (71%) y confirman su posición de ganadores: hace un mes pensaban así el 36% de los encuestados y ahora son el 46%. Entre tanto, la pugna por la segunda plaza la libran los dos principales partidos independentistas -ERC y JxCat-, que comparten vasos comunicantes entre un sector de sus votantes. La entrada en escena de Carles Puigdemont, a caballo de una «legitimidad» que contrapone a la legalidad del president Aragonès y del Govern del que JxCat formó parte, se traduce en la consolidación de sus aspiraciones a ser segunda fuerza y desplazar a ERC a la tercera posición. La cuarta posición es para el PP catalán, que se beneficia de la caída de Cs, seguido de Vox, a la baja, y con un retroceso de toda la izquierda de la izquierda (Comuns y CUP).

La tercera incógnita, en este contexto, es la existencia o no de una mayoría absoluta (68 escaños) independentista. A estas alturas de la carrera electoral, la mayoría aritmética saliente está en el alero: se perdería por la franja baja de la horquilla (64 escaños) y se mantendría por la franja alta (70 escaños). Es una incógnita muy relevante -la deberán despejar las urnas- que determinará el grado de transversalidad de los pactos poselectorales. La correlación de fuerzas del soberanismo, unida a la amplitud del resultado de los socialistas, son las dos claves que determinarán qué pactos serán posibles y si sus protagonistas estarán en disposición de hacer un ejercicio de transversalidad: la posibilidad de estabilidad o el riesgo de una nueva convocatoria electoral. Sería bueno, en todo caso, que en la campaña a la que nos acercamos centrase sus debates en los grandes retos de gestión que preocupan a los ciudadanos -el qué haremos- y no tanto en el qué somos. Las elecciones vascas nos acaban de dar una lección. Allí, cuanto más peso tienen las fuerzas soberanistas, menos debaten sobre la independencia