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Más PNV y más Bildu

Los partidos nacionalistas suman dos diputados más a costa de las formaciones a la izquierda del PSE

El PNV resiste el ascenso de Bildu y podrá mantener el Gobierno vasco gracias a la subida del PSE

el candidato a lehendakari  del PNV, Imanol Pradales, y el presidente del partido, Andoni Ortuzar.

el candidato a lehendakari del PNV, Imanol Pradales, y el presidente del partido, Andoni Ortuzar. / Luis Tejido

La suma de PNV y EH Bildu ha ganado dos diputados en las elecciones de ayer en el País Vasco. El retroceso del partido que ha gobernado en los últimos ocho años es menor que los escaños que ganan los herederos de Batasuna. Todo indica que la gobernación vasca seguirá como hasta ahora, con un Ejecutivo de coalición del PNV y el PSE que alcanza la mayoría absoluta. Pero, indudablemente, es un hito que la izquierda aberzale le haya disputado al nacionalismo conservador la victoria hasta el último minuto, empatando finalmente en escaños y quedando en segunda posición en votos. Esta composición de la escena vasca merece una reflexión en la que se puede ver el vaso medio vacío o medio lleno. Hay quienes lo valoran negativamente y acusan al PSOE de envalentonar a los herederos de ETA hasta casi permitirles ganar las elecciones. Y hay quienes lo consideran un paso más en la normalización política del País Vasco, en ausencia de violencia, y después de que el Estado de derecho derrotara a la banda terrorista. Lo cierto es que estamos a medio camino. Los buenos resultados de EH Bildu no se van a convertir en un cambio de hegemonía política precisamente porque a la formación aberzale le falta un último paso, el de llamar a las cosas por su nombre y pedir un perdón explícito a las víctimas de ETA. Esa es la razón por la que el PSE ni se plantea cambiar de socios y hacer lendakari a Pello Otxandiano y, en cambio, va a optar por Imanol Pradales, al que va a permitir consolidarse como nuevo referente institucional del PNV. Poca cosa, pues, va a cambiar a partir de hoy en el País Vasco.

El continuismo vasco implica que estas elecciones van a tener poco impacto en la política española. Todo indica que Pedro Sánchez va a poder mantener a sus dos socios vascos en Madrid, PNV y Bildu, como los ha tenido desde el inicio de la legislatura. Mientras, en el duelo entre Sumar y Podemos se han impuesto por los pelos los de Yolanda Díaz, aunque el retroceso de ese espacio político ha beneficiado más a Bildu que al PSE. De manera que, de acuerdo con esa peculiar manera que tiene Sánchez de mirar los resultados por bloques, y no por partidos, es difícil determinar quién ha salido ganando. El gobierno va a ser para la derecha nacionalista con el partido socialista y el gran avance ha sido para la izquierda aberzale, a la que no medimos más que por su relación con ETA, pero que en términos socioeconómicos es mucho más radical que Podemos o Sumar, y con ese programa ha empatado a escaños en el País Vasco, pese a las altas cuotas de bienestar y de equidad que garantiza el concierto económico.

El PP de Alberto Núñez Feijóo se jugaba pocas cosas ayer. Ha mejorado ligeramente sus resultados, pero no ha conseguido dejar a Vox fuera del Parlamento vasco. Con todo, es evidente que la tendencia se repite elección tras elección: el altavoz de Vox se va apagando lentamente y el PP se va consolidando no solo como la principal, sino como la única alternativa desde la derecha. Madrid, Andalucía, Galicia, País Vasco... siguen el mismo patrón y la incorporación de Vox a los gobiernos autonómicos no le ha convertido ante el electorado conservador en una formación más creíble, sino más bien todo lo contrario. Sería importante que esa tendencia se consolidara en las elecciones catalanas y en las europeas.