Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Los otros 364 días
Hay un consuelo evidente en hacer lo mismo que todos, una inercia que te conecta con los amigos, con el mundo, y de paso te regala la sensación del deber cumplido
Sant Jordi 2024: ¿dónde y cuándo firman los autores de EL PERIÓDICO?
Uno de mis recuerdos de infancia más vivos se sitúa en el Mercat del Ram de Vic. Tendría nueve o diez años. Como toda la gente de Osona, con mis padres íbamos cada año a mezclarnos con la muchedumbre. Caminábamos con pasos cortos para admirar esos tractores brillantes, las segadoras enormes como animales prehistóricos, el ganado vivo —vacas, cerdos, ovejas, caballos, que nos miraban con desconfianza y hoy me hacen pensar en 'Rebelión en la granja', la novela de George Orwell. Yo soportaba ese fastidio porque en algunas paradas daban caramelos y sabía que tarde o temprano mis padres me comprarían algodón de azúcar hilado, pero odiaba a las multitudes. Ese día que ahora recuerdo, en la zona donde se exponían coches y autocaravanas, entré en una rulot y ahí dentro, solo en aquella casa en miniatura, me sentí protegido y me dieron ganas de encerrarme hasta que todo el mundo se hubiera marchado. Mi padre me vino a buscar y le dije: “¿Por qué hemos venido? Hay demasiada gente”. Su respuesta fue contundente: “Venimos porque sí, porque viene todo el mundo. Venga, vamos a ver a los ponis”.
Hay un consuelo evidente en hacer lo mismo que todos, una inercia que te conecta con los amigos, con el mundo, y de paso te regala la sensación del deber cumplido. Por eso el próximo martes, por Sant Jordi, aunque quizás nos den miedo las aglomeraciones, saldremos a la calle a comprar libros y rosas; nos mezclaremos con desconocidos; haremos cola para conseguir una dedicatoria; nos dejaremos aconsejar por los libreros; escogeremos libros por el título, por la cubierta, por la primera frase o porque alguien nos ha hablado de ellos con entusiasmo.
En mi caso, este año me toca estar al otro lado de la mesa, para firmar libros con mis lectores —y quizás en algún momento me sienta como ese ganado del Mercado del Ram de Vic, pero da igual. Cuando vea a alguien cansado y agobiado, le animaré recordándole que lo hacemos porque nos gusta, sí, pero la suerte es que —a diferencia de las ferias y mercados— los otros 364 días del año también entrar en una librería y hacer lo mismo, sin nervios ni prisas, es todo un privilegio.
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