Desperfectos
Valentí Puig

Valentí Puig

Escritor y periodista.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hipercor no existió

Ahí sigue Otegi, por mucho que en el conglomerado de Bildu haya pacifistas que han condenado el terror

Otxandiano pide perdón a las víctimas, pero sigue sin llamar "grupo terrorista" a ETA

El Sinn Féin reclama a Londres y a Dublín que abran el debate sobre la reunificación de Irlanda

Arnaldo Otegi y Pello Otxandiano se abrazan durante un acto de campañde EH Bildu.

Arnaldo Otegi y Pello Otxandiano se abrazan durante un acto de campañde EH Bildu. / EFE

En el caso de ETA se diría que el peculiar concepto de memoria histórica democrática no es otra cosa que una forma deliberada de desmemoria. La practíca con holgura el candidato de Bildu, Pello Otxandiano, elegido por Arnaldo Otegi para cambiarse de rostro pero no de huellas digitales. Mientras Pedro Sánchez tiene a Puigdemont y Bildu como sustentos parlamentarios, Bildu se va blanqueado sin muchas incomodidades, como ha ocurrido en Irlanda con el Sinn Féin, la organización política del IRA, el terror permanente del Ulster.

De ser Bildu la lista más votada de este domingo, posiblemente tendrá que coger un farol para ir en busca de una coalición. ¿Tiene socios a mano? En la República de Irlanda, el Sinn Féin –antiguo brazo político del IRA- ha ido avanzando electoralmente desde los acuerdos del Viernes Santo que, en 1998, establecieron el mal menor del poder compartido para conseguir que cesase la violencia en Irlanda del Norte. Si en Dublín durante décadas se habían alternado en el poder el Fine Gael y el Fianna Fáil –ambos de centro-derecha, con matices nacionalistas y enemigos a muerte-, cuando en 2020 el Sinn Féin fue el más votado esos dos máximos enemigos se pusieron de acuerdo para que no tuviera el poder, hasta el punto de también incorporar a la coalición a los Verdes. Después de la retirada por sorpresa del primer ministro, Leo Varadkar, le ha sustituido el joven Simon Harris, de quien no se sabe si podrá llegar intacto a las elecciones del año que viene. El Sinn Féin sigue pujante en las encuestas.

Dado que Bildu se mira en el espejo del Sinn Féin todos los días, van desapareciendo las camisetas del Che Guevara y se habla de vivienda pública, pero ahí sigue Otegi por mucho que en el conglomerado de Bildu haya pacifistas que han condenado el terror. Para otros, Hipercor no existió.

En el sur, la sociedad irlandesa ha cambiado mucho y de forma acelerada, beneficiaria neta de los fondos europeos. Tanto cambio genera confusión. También en los condados del norte. Allí, en virtud del laberinto de poder implantado por los acuerdos del Viernes Santo, el Ejecutivo autonómico está encabezado por el Sinn Féin. En toda Irlanda se constata que son las jóvenes generaciones las que no quieren guardar memoria del terror del IRA y por eso votan al Sinn Féin.

Para que los unionistas del norte accedieran a los acuerdos del Viernes Santo, el Sinn Féin operó con máxima ambigüedad. Su brazo armado, el IRA, acabó desarmándose en presencia de inspectores internacionales pero hubo algunos atentados, atribuidos a grupos escindidos. Como sea, el Sinn Féin se incorporó al sistema de partidos, especialmente cuando el IRA hizo explícito su tránsito al uso exclusivo de modos pacíficos. Aun así, sigue proclamando que, de no ser por el IRA, no habría habido “proceso de paz”. También la banalidad se impone. En Dublín, a Simon Harris ya le llaman el primer ministro TiTok. La política insustancial triunfa en todas partes, fruta del día. Pero es mucho mejor un político TikTok que un aprendiz de terrorista