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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Euskadi, la vida seguirá igual

Pedro Sánchez en su visita al País Vasco

Pedro Sánchez en su visita al País Vasco

Me temo que el resultado de las elecciones del domingo no va a satisfacer, como ocurrió en Galicia, las expectativas de cierta prensa ni de ciertos despachos. No voy a cometer el mismo error y explicarles a los vascos lo que pasa en el País Vasco desde la distancia kilométrica. Me refugio en el sentido común. Pese a la progresiva integración de EH Bildu en el sistema democrático, su obsesión por no llamar a las cosas por su nombre (ETA fue una organización terrorista) hace muy complicado que algunos segmentos del electorado, por mucha desmemoria que haya, les acaben votando por muy hartos que estén del PNV y por mucho que consideren que el PSE no es la alternativa que debería ser. Y esa incapacidad también se expresa en los pactos. No tiene nada que ver hacer alcalde de Pamplona a una persona de una coalición en la que está Bildu, que hacer lehendakari al líder de EH Bildu. El PSE no puede dar ese paso sin suicidarse. De manera que, lo más probable, es que, como ocurrió en Galicia, el lunes las cosas seguirán igual con un gobierno de coalición entre PNV y PSE incluso en el caso de que EH Bildu quede en primer lugar en escaños.

Las ansias antisanchistas solo tienen una posibilidad de verse satisfechas que quienes conocen Euskadi (aquí pueden leer las crónicas sobre el terreno de Elena Marín) ven altamente improbable. Que Bildu gane las elecciones en escaños y en votos y la suma de PNV y PSE no alcance la mayoría necesaria y necesite la abstención del PP, que tampoco hay que darla por hecha. En ese escenario, Sánchez podría perder uno de los dos socios vascos que tiene. Pero esto, según los expertos sobre el terreno, es menos factible que el Real Madrid no gane la Champions.

En casos como los de Galicia y Euskadi me pregunto también por qué cierto periodismo malgasta tantos recursos teniendo gente sobre el terreno para luego subyugar su relato al que se fabrica a 1.000 kilómetros de distancia. Sería mejor hacerles caso o no enviarlos. Es una de las señas de identidad de Prensa Ibérica a la que doy más valor: el periodismo empieza en lo local, sobre el terreno y desde ahí va creciendo, sin límites, pero a partir de los que conocen la realidad.