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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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CiU, el oscuro objeto del deseo

Andreu Mas-Colell, el conseller de Economia de Artur Mas, apuesta por Pere Aragonès "frente a otros que prometen grandes horizontes que acaban en caminos intransitables y desánimos colectivos"

Aragonès exhibe el apoyo del exconseller Mas-Colell: "Es bueno que la Generalitat la lidere un president con su talante"

Puigdemont se reúne con la cúpula de Foment del Treball en Perpinyà

El president Pere Aragonès y el exconseller Andreu Mas-Colell.

El president Pere Aragonès y el exconseller Andreu Mas-Colell. / Bernat Vilaró / ACN

Eran los buenos tiempos de CiU y me sorprendí cuando un día, al llegar al Suquet de l´Almirall, un tristemente desaparecido buen restaurante de la Barceloneta, me encontré con tres sonrientes comensales: Jordi Pujol, Miquel Roca y Duran Lleida. Luego, uno me explicó: “corre el rumor de que no nos llevamos bien y Pujol cree conveniente que se nos vea comer juntos y amigablemente en un restaurante frecuentado”.

Pujol mandaba y usaba la ambición de Roca y de Duran para reforzarse más. Pero aquello acabó. Pujol, o su clan familiar, eligió sucesor a Artur Mas. Y Mas, cuando fue presidente, se topó con la crisis económica y creyó que podía surfearla con “el derecho a decidir” y -tras la famosa manifestación del 11 de septiembre- abrazando el independentismo. Fue el final de CiU, pues Duran se separó. Luego Mas renuncio al nombre de CDC y, tras ganar sus terceras elecciones sin mayoría absoluta, el veto de las CUP le forzó a hacer “un pas al costat” y a entronizar a Carles Puigdemont. Y tras la fallida DUI de 2017 la antigua CDC dejó que Puigdemont hiciera la lista electoral. CDC cedió a independentistas sin partido “de pedra picada”. Aquello fue el fin definitivo de CDC.

Pero ahora, gustos aparte, mucha gente cree que CiU no lo hizo tan mal, que Catalunya se dividió poco, y ayudó a la estabilidad de España con Felipe González y con Aznar. Y cuando la gran convulsión se ha acabado, los tres grandes candidatos -Puigdemont, Pere Aragonès y Salvador Illa- quieren recoger parte del voto moderado-progresista de aquella CiU.

El primero Puigdemont, el que enterró a CDC. En las municipales propulsó la candidatura de Xavier Trías, un convergente de 'seny', para ganar la alcaldía de Barcelona. Casi, casi…Y ahora sabiendo que hay electores que votaban a CDC por nacionalismo, pero que miran a Salvador Illa por equilibrado, Trias ha salido a decir que no se puede excluir un pacto con Illa.

Puigdemont busca voto moderado. Por eso hizo presión para que Sánchez-Llibre, un veterano de Unió que ahora es presidente del Foment, fuera a verle a Perpinyà a discutir las propuestas fiscales de la patronal. ¿Por qué Sánchez-Llibre fue, con tres de sus vicepresidentes, a avalar de alguna forma a Puigdemont? Bueno, se hizo acompañar de Baldiri Ros, conocido por su alergia al separatismo, para marcar distancias. Pero hay más. Puigdemont puede vetar iniciativas del Gobierno de Madrid (de Yolanda Díaz). Y alguien me susurra: “Puigdemont y Sánchez Llibre tienen gen convergente y un tic económico conservador”

Pero la gran sorpresa la ha dado esta semana ERC, siempre la gran enemiga de CiU. El miércoles, en una conferencia, Aragonès se hizo presentar por el acreditado economista Andreu Más-Colell. Y el antiguo conseller de Pujol -y casi superconseller de Artur Mas- no se fue por las ramas: “en momentos convulsos e inciertos es bueno que Pere Aragonès tenga un papel capital…Hará posible mantener la esperanza en los dos objetivos del catalanismo histórico: el progreso y la pervivencia de la nación”. ¿Faltaba algo?: “Otros ofrecen grandes horizontes, pero que acaban en caminos intransitables y desánimos colectivos, potencialmente letales, lo sabemos y lo hemos vivido”.

O sea que ERC también busca ahora el apoyo de los liberales no conservadores de CDC. En la lucha a muerte con Puigdemont, ERC también pelea por el voto catalanista de 'seny' de la antigua CDC.

CiU desapareció hace ya muchos años, pero los tres principales candidatos a president en las elecciones del 12M buscan recoger de alguna manera parte del voto moderado de la coalición

Pero en esta recuperación de los valores moderados de CiU, el PSC lleva cierta delantera. Ya en las elecciones de 2017 Miquel Iceta llegó a un pacto con Units por el que Ramon Espadaler, heredero de Duran Lleida, se incorporó como número tres a la lista socialista. Iceta miraba al Baix Lobregat, pero no renunciaba ni a la Catalunya profunda ni al catalanismo centrista. Y Salvador Illa confirmó a Espadaler, antiguo conseller de Pujol y de Interior de Artur Mas (fue quién nombró al mayor Trapero) en la lista de 2021. Ahora, Espadaler repite como número tres y en la legislatura ha sido el portavoz de Interior, el oponente al conseller Joan Ignasi Elena, hoy hombre de Junqueras.

CiU murió. CDC también, sacrificada para olvidar el autonomismo pujolista. Pero hoy la vieja CiU es de alguna forma el oscuro objeto del deseo. ¿Qué piensan Roca y Duran?

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