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Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

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Los cinturones de seguridad de Puig

El anuncio de la salida a Bolsa de la empresa de fragancias y moda servirá para animar el estado de un mercado monopolizado por una decena de compañías

Puig saldrá a bolsa a un valor de hasta 13.900 millones

La Caixa aspira a tener una "participación relevante" en Puig

Marc Puig, presidente de Puig.

Marc Puig, presidente de Puig.

Hay un espacio empresarial y de influencia catalán que quedó acongojado tras la crisis de reputación y financiera que ha padecido Grifols. La compañía de hemoderivados, en plena campaña de limpieza de imagen y prometiendo más claridad, aún no se ha recuperado del batacazo bursátil provocado por los informes de la oscura firma de análisis e inversiones Gotham. El valor de las acciones pedalea alrededor de los 8,3 euros, un 45% por debajo de su cotización antes de la tormenta.

Grifols, al igual que el fabricante de piscinas Fluidra -controlado por las tres familias fundadoras-, formaba parte de la nueva ola de empresas catalanas que decidieron saltar a la Bolsa, aplaudidas por los inversores. Una sangre nueva que diversificaba el índice Ibex 35 en que acabarían entrando. Las dos, además, decidieron mantener sus sedes sociales en Catalunya en octubre de 2017, a diferencia de lo que hicieron Caixabank, Naturgy, Colonial, Sabadell y Cellnex.

La división de honor del mapa empresarial catalán se completaba estos años con empresas no cotizadas. Una de ellas, Celsa, también ha acabado viviendo su propio infierno. La familia fundadora, Rubiralta, con la obligación de salir para dejar paso a los fondos. El grupo sanitario Roca bate casi todos los récords de discreción, por no decir opacidad. Mango, familia Andik, intenta reverdecer tras años en un segundo plano. GB Foods es el 'hólding' que reúne los negocios de alimentación de la familia Carulla. Y cómo no, Puig, la empresa de fragancias y moda, que ha llevado a cabo una importante expansión internacional en los últimos años. 

En plena sequía de salidas bursátiles, el anuncio de la salida a Bolsa de Puig, por el momento la mayor que se producirá en Europa este año y la más relevante del mercado español desde la salida de Aena en 2015, servirá para animar el estado de un merado monopolizado por una decena de compañías. Se espera que Puig forme parte del Ibex 35 antes de que acabe el año, si se confirma el volumen de negocio esperado.

La familia Puig, la presidencia ejecutiva está en manos de uno de los nietos de los fundadores, seguirá manteniendo férreamente el control de la empresa. Ha resucitado viejos cinturones de seguridad que no satisfacen a determinados inversores. Solo saldrá a bolsa el 30% del capital. Además, lo hará con acciones de clase B, que evitarán que los accionistas externos, incluyendo fondos, puedan tener ciertos derechos políticos. Como decir: puedes entrar en mi casa, usar solo algunos espacios comunes, pero ni se te ocurra decirnos cómo gestionarla y decorarla. Si no te gusta, te vas.

Con una capitalización que podrá llegar a rozar los 14.000 millones, de estar en el Ibex 35 sería la décimoquinta empresa más valorada. Su evolución, como siempre, dependerá de que cumpla sus expectivas de crecimiento y de su capacidad para poder generar un sistema de gobernanza transparente.

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