Migraciones

Huérfanos del clima

En los próximos veinte años el número de desplazados víctimas del calentamiento serán mil millones. Mientras nos preguntamos cuál será la próxima pandemia, esta es la principal crisis a la que tenemos que hacer frente con el mismo sentido de urgencia.

Las migraciones climáticas se multiplican pese a que siguen siendo invisibles

Pabellón habilitado como centro de ayuda en Cobija (Bolivia) tras el desbordamiento del río Acre.

Pabellón habilitado como centro de ayuda en Cobija (Bolivia) tras el desbordamiento del río Acre. / EFE/Stringer

Rafael Vilasanjuan

Rafael Vilasanjuan

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Los números a veces no dan toda la magnitud de una catástrofe, pero estamos cerca de los 400 millones de personas desplazadas como consecuencia de los efectos del cambio climático. La cifra equivale a la población de toda la Unión Europea. Un continente entero en movimiento que ha tenido que huir de sus hogares como consecuencia de inundaciones, huracanes, sequías persistentes o terremotos a menudo, como en Somalia o Afganistán, agravados por la inestabilidad y la violencia. Las estimaciones apuntan que en los próximos veinte años el número de desplazados víctimas del calentamiento serán mil millones, una de cada 8 personas del planeta. Mientras nos preguntamos cuál será la próxima pandemia, esta es la principal crisis a la que tenemos que hacer frente con el mismo sentido de urgencia. El problema es que por ahora no somos conscientes del reto tan grande que se nos viene encima y por supuesto no estamos preparados para hacerle frente.

¿Adónde van? Tras largas travesías, algunos de ellos -pocos- los podemos ver aquí cerca intentando superar las aguas del Mediterráneo, otros intentan cruzar otras fronteras, y muchos acaban desplazados y sin hogar en los suburbios de las megaciudades que crecen a ritmo vertiginoso. De una u otra manera todos acaban semi esclavizados víctimas de su vulnerabilidad. Aunque se llamen refugiados, a diferencia de los que son víctimas de guerras a los que un convenio les ampara – aunque pocos estados lo cumplan- a estos que también han sido forzados a abandonar sus tierras, su casa y dejar atrás sus familias, probablemente para siempre, no hay ley que les proteja. Solo con voluntad política pueden encontrar abrigo en otros países donde vivir sea posible. Pero en tiempos donde proliferan todo tipo de discursos radicales expandiendo el odio a los que vienen de fuera, la voluntad política para acogerles está en mínimos. Víctimas de los efectos del calentamiento, sin tierra, sin hogar y sin país en el que estar, más que refugiados se han convertido en huérfanos del clima.