En el Born

Oficina para afectos al Régimen

Todo el local no es más que una inmensa máquina tragaperras, puesto que, descartado que por ahí se deje caer alguno de los prófugos de la justicia que se anuncian en el rótulo, imagino que la única utilidad del establecimiento es ejercer de oficina recaudadora

Carles Puigdemont.

Carles Puigdemont. / / EUROPA PRESS - ARCHIVO

Albert Soler

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Estuve en Barcelona hace unos días, y en el barrio del Born me di de bruces con una cosa llamada, según su gigantesco rótulo exterior, 'Oficina Europarlamentaria. Puigdemont. Comín. Ponsatí'. Son unos bajos amplios, modernos y con luz natural situados en una esquina, se diría que bastante cara, que en esos temas no hay que reparar en gastos. Gracias a sus grandes cristaleras, pude observar que en su interior no hay ni billares ni futbolines, como esperaría uno de cualquier tugurio en el que se reúnan maleantes. Máquinas tragaperras sí las había, de hecho, todo el local no es más que una inmensa máquina tragaperras, puesto que, descartado que por ahí se deje caer alguno de los prófugos de la justicia que se anuncian en el rótulo, imagino que la única utilidad del establecimiento es ejercer de oficina recaudadora. No va a ir nadie ahí a contarle a un funcionario sus cuitas con la Unión Europea, para eso ya tenemos Internet. Si uno abre una oficina europarlamentaria sin europarlamentarios, es para que los afectos al régimen sepan dónde ir a depositar sus dádivas. No ha de ser casual que la oficina esté cerca de la antigua estación de Francia, lugar donde era tradición estafar a los pueblerinos que llegaban en tren a Barcelona. Con un poco de suerte, pensarían nuestros eurodiputados, aquí también picará algún paleto venido de comarcas. No fue mi caso, aclaro.

Como estaba cerrado, ignoro si la entrada es libre, quiero creer que no, que hay que adquirir un tique en taquilla, aunque con descuento para escolares, parados y jubilados. Si de hacer dinero se trata, hay que empezar por lo más obvio, que es cobrarles a quienes entren. Además, con la entrada gratuita se llena todo de curiosos o de señoras con incontinencia que quieren usar el baño y tampoco es plan, aquí se va a lo que se va: a hacer donativos. Una vez dentro, seguro que una camada de amables y sonrientes jóvenes lacistas, le dan como merece la bienvenida al ingenuo visitante.

-Buenas. Que vengo a ver qué tengo que hacer para exportar mis jamones, es decir, los de mis cerdos, a Bulgaria.

-Pues lo primero, hacer una donación. Así agilizaremos los trámites, ya sabe cómo funciona la burocracia. No hace falta decir que, a mayor donación, más rapidez. Si encima pretende asesoramiento, vaya a su casa y entre en la web de la UE, que ahí está todo muy bien explicado. Hala, buenas tardes y circule, que hay cola.

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