Limón & Vinagre

Fayza Lamari: la madre de Aquiles

Tetis, pretendida por Zeus y Poseidón, prometió a su hijo que si marchaba a Troya y se unía a los aqueos alcanzaría la gloria inmortal. En la época (y en la épica) moderna, la nereida jamás habría enviado a la guerra al mayor héroe griego sin amarrar antes los derechos de imagen  

Kylian Mbappé.

Kylian Mbappé. / EFE

Jorge Fauró

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Ningún género periodístico recurre más a la épica que el deportivo. Se habla de ‘gestas’, de ‘doblegar al enemigo’, de ‘conquistar’ un mundial, de ‘la batalla de Belgrado’, de ‘el héroe de Querétaro’. La crónica de un evento funciona mejor como epopeya bélica que como mera competición. 

El fútbol ya no es solo un deporte, es una guerra mitológica que genera héroes como Pelé, Maradona, Messi y Cristiano, entronizados en el mismo olimpo que Aquiles, Hércules, Héctor o Ulises. Y al asentamiento popular de esos mitos contribuye el lenguaje de las batallas, con el que los antiguos héroes han hecho un viaje en el tiempo a través de los libros, desde Grecia hasta hoy. Defensa y ataque; chut (del inglés ‘shoot’, disparar) por golpeo; cañonazo por arrearle con potencia a la pelota. Los ciclistas avanzan en ‘pelotón’ y pasadores como Kroos ‘ajustan la mira’ en los últimos minutos de la ‘contienda’ para ‘bombardear’ el área con balones a los delanteros. En una ‘victoria agónica’, el jugador ‘dispara’ un ‘trallazo’ y ‘fusila’ al portero. O al Can Cerbero, el perro guardián del reino de Hades.

Se dice ‘epopeya’ al poema extenso que glosa las hazañas de un héroe del que se ensalza lo sobrenatural y lo grandioso. Y hoy no hay mayor epopeya que la del fichaje de Kylian Mbappé por el Real Madrid, que lleva siete años intentándolo. La guerra de Troya se alargó hasta diez. Los antecedentes invitan a pensar que lo del parisino bien podría prolongarse otro tanto. A nadie extrañaría. Si leen que todo está hecho, duden. Siempre.

La causante de este retardo no es tanto la indecisión de Mbappé —asegura la prensa deportiva— como la determinación de su madre, Fayza Lamari, que además de progenitora ejerce de agente de su hijo, héroe de varias batallas en el Paris St. Germain y en la selección francesa. Fayza, de 49 años, se labró su fama de dura en su época como jugadora de balonmano en la AS Bondy, que toma el nombre de uno de los viveros de la marginalidad de la ‘banlieue’ de París donde Mbappé creció. Bondy es una de las comunas del barrio de Seine-Saint Denis, humilde, abandonado por la Administración, opinan sus vecinos; conflictivo y semillero del islamismo, a juicio de las autoridades. Muchos en el barrio tienen a Kylian como referencia. Sobrenatural y grandioso.

Originaria de la Cabilia argelina, tierra de bereberes, y abogada de profesión, Fayza Lamari creó, tras su retirada como balonmanista, la empresa KEJWF, con la que gestiona la carrera del 7 del PSG. K de Kylian, E de Ethan (el hijo menor, también en el PSG), J de Jires Kembo Ekoko (hijo adoptivo de Fayza), W de Wilfried (el marido) y F de ella misma. Con mano de hierro, Fayza dispone el día a día de su primogénito, sus finanzas e incluso la vida privada de Kylian, cuya soltería también se atribuye a la madre de este semidiós mitológico moderno. «Le cuento todo, incluso de mis novias. Ella lo sabe todo. Es mi confidente», confesó Mbappé tras el Mundial de 2018, que Francia ganó.

Durísima como negociadora, Lamari se ha convertido en el auténtico ‘mal de tête’ del Real Madrid y del PSG, aun a costa de interferir en la trayectoria del ídolo, cuyos deseos de inmortalidad parece vincular desde hace tiempo a guerrear junto a los aqueos de Florentino. Jugadora a dos bandas, lleva años exprimiendo a Al Khelaifi, presidente del PSG, y toreando al Madrid. Incluso se ha permitido exigir cambios de entrenadores. El resto de agentes la considera una intrusa que desestabiliza el mercado de fichajes e infla las pretensiones salariales de los futbolistas.

Volvamos a la mitología. La madre de Aquiles, la nereida Tetis, es pretendida por Zeus y Poseidón, los Florentino Pérez y Al Khelaifi en esta revisión moderna del mito. Juguetea con ambos dioses, aunque el oráculo le ha revelado que debe casarse con un mortal —así lo hace— con el que engendrar un hijo. La vida de éste, vaticina el augurio, puede ser larga y aburrida, como parece que ocurre en París; o gloriosa y corta, como le prometen, al menos en lo primero, que sería su estancia en España. Aquiles elige la gloria, se embarca en la guerra de Troya y ¡hala Madrid!

Nadie sabe cómo acaba la profecía, pero hay sospechas sobre cuál es el talón de Aquiles de Mbappé. Las flechas de Paris apuntan a las ambiciones económicas de su propia madre, la diosa Fayza. De esta nereida depende el final de la historia, que es mezcla revisada de ‘Ilíada’ y ‘Odisea’. Si se hubiera escrito hoy, en la época y en la épica modernas, Tetis jamás habría enviado a la guerra al mayor héroe griego sin amarrar antes los derechos de imagen.