Investigación
Pilar Rahola

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Periodista y escritora

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El ángel Marcelo y el gran inquisidor

Los que organizaron la 'operación Cataluña' se creían impunes, no en vano por la defensa de la unidad de la patria todo ha valido a lo largo de la historia de España

La fiscalía catalana abre diligencias para determinar si se investigó a su jefe en la 'operación Cataluña'

¿Qué se sabe y qué no de la 'operación Cataluña' y de la implicación de Mariano Rajoy?

Leonard Beard.

Leonard Beard.

Desconozco si el ángel Marcelo todavía ayuda a aparcar el coche a Fernández Díaz, pero estaría bien que no se hubiera jubilado porque, más que el coche, le tendrá que ayudar a aparcar la cantidad de problemas legales que se le pueden acumular.

Quizás el exministro del Interior, e inquisidor mayor de los herejes independentistas, todavía no se ha dado cuenta de que el edificio de impunidad en que se había instalado empieza a tener grietas, pero el ángel de la guarda, que debe estar más atento, tendría que avisarlo. De momento, el ministerio fiscal de Catalunya ha iniciado una investigación sobre las maniobras de la 'operación Cataluña' en 2012 contra el exfiscal Martín Rodríguez Sol y ha pedido toda la documentación sobre la guerra sucia ordenada por el Ministerio de Interior de la época de Rajoy. La intención era clara: encontrar pruebas incriminatorias contra el fiscal, a la vez que también lo intentaba con muchas personas prominentes de la sociedad civil catalana, como por ejemplo la empresaria Sol Daurella, o el entonces presidente de la Fundación La Caixa, Jaume Giró. Al mismo tiempo que se ordenaban investigaciones prospectivas, con la única intención de destruir prestigios y patrimonios, se fabricaban noticias falsas contra los líderes catalanes que eran disciplinadamente publicadas por la prensa nacional patriótica. Las informaciones precisas que acaban de hacerse públicas, a raíz de la campaña sucia contra Xavier Trias, dan una idea de la dimensión del estropicio que hicieron contra los derechos fundamentales. Y cuando no abrían investigaciones prospectivas, o creaban campañas difamatorias con noticias falsas, proferían amenazas, como las que hemos podido oír en boca del guardia civil Celestino Barroso, que a estas alturas disfruta de protección diplomática. Amenazas, por cierto, que se cumplieron: la operativa de la 'operación Cataluña' consiguió aniquilar el Banco Madrid, destruir la Banca Privada d'Andorra y hacer un daño ingente al patrimonio de la familia Cierco. Y todo esto actuando España en un país extranjero, lo cual habría tenido que motivar cierta preocupación en Andorra, no vaya a ser porque, respecto a este escándalo, todo es muy oscuro en el Principado.

Sea como fuere, tres cosas han cambiado en el panorama que facilitan el final de la impunidad. La primera, la eficaz jugada de Junts de pactar la creación de comisiones de investigación en el Congreso, decisión que antes de empezar ya ha puesto en guardia al mismo Mariano Rajoy. La segunda, la acumulación de información en los medios, de tal envergadura y vergüenza que no se puede tapar, ni a pesar del silencio cautelar que ha impuesto la prensa del régimen. Lleva tanta dinamita la información que ni el dique de contención que intentan construir conseguirá tapar el escape. Y el tercer hecho es la voluntad del PSOE, expresada de manera nítida por el Gobierno español, de que hay que destapar toda la putrefacción de aquellos años, probablemente convencidos de que la mierda solo embadurnará al PP.

Ciertamente, la idea de que Mariano Rajoy en persona tenga que ir al Congreso para rendir cuentas de todas estas barbaridades que, según parece por los audios emitidos, conocía al por menor, debe de provocar salivera a Pedro Sánchez. No solo conseguirá una exposición pública de las alcantarillas del Gobierno de Rajoy, sino también hacer olvidar que el PSOE miró hacia otro lado, durante todos aquellos años en que los estragos de la guerra sucia ya eran evidentes. Es indiscutible que Rajoy, Fernández Díaz, el ángel de la guarda y el resto de la pandilla consideraron que ellos eran España, eran el Estado y eran la ley y, convertidos en salvadores de la patria, violaron la democracia. También es un hecho que se creían impunes, no en vano por la defensa de la unidad de la patria todo ha valido a lo largo de la historia de España. Y también es evidente que la Monarquía tenía que dar el visto bueno, primero porque es inimaginable que la institución no estuviera enterada de las maniobras que se hacían en Interior y, segundo, porque el mismo Rey ya dejó claro, en el discurso del 3 de octubre, que todo valía en la lucha contra la independencia catalana.

Todo el mundo que tenía poder en aquellos años está embadurnado hasta arriba. El problema es que la mierda ya no se contiene dentro de las alcantarillas, sino que ha salido a la superficie. Y ya se sabe qué pasa cuando sale fuera: que ya no hay manera de sumergirla.