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Una muy mala digestión

Sánchez solo logró aprobar dos de los tres decretos-ley que presentaba, pero lo peor es que, a la primera de cambio, se tambaleó la mayoría necesaria para gobernar

Los ministros Félix Bolaños y María Jesús Montero durante la intervención en el pleno de la portavoz de Junts, Míriam Nogueras.

Los ministros Félix Bolaños y María Jesús Montero durante la intervención en el pleno de la portavoz de Junts, Míriam Nogueras. / José Luis Roca

Joan Tapia

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Un buen columnista de El Confidencial escribía el viernes que hay que admitir que Sánchez siempre gana, igual que llueve cuando acabas de lavar el coche. Un poco simple, pero... Y Sánchez dice “está bien lo que bien acaba”. ¿Aprobar solo dos de los tres primeros decretos-ley de la legislatura? ¿Y que el derrotado fuera por la guerra entre la vicepresidenta Yolanda Díaz y cinco diputados de su lista electoral? Vale, culpa de Yolanda. 

Pero lo realmente preocupante y perturbador fue que durante más de media sesión JxC aseguró que tumbaría los tres. Hubo investidura para que no gobernara el PP con Vox, pero a la primera de cambio no había mayoría para gobernar. Puigdemont vetaba y Pablo Iglesias decía 'no' a Yolanda Díaz. La vicepresidente segunda confesó: “Así no se puede gobernar”.

Pero ya bien pasada la hora del almuerzo todo cambió tras una conversación telefónica entre Puigdemont y Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE, con el ministro Bolaños pegado al teléfono. JxC no participaría en la votación para que los decretos pasaran a cambio de concesiones relevantes y pirotécnicas que hasta entonces habían sido inasumibles. Desde la bajada del 5% al cero del IVA del aceite de oliva a la supresión de un artículo de la ley judicial y, aún más espectacular, de la cesión a Catalunya de las competencias íntegras sobre migración, incluida (según Turull) la potestad de expulsar inmigrantes ilegales y delincuentes.

Sánchez sobrevivía, pero pagaba un alto precio por el dantesco espectáculo. ¿Se puede seguir así? Voces oficiosas dicen: “Esto no puede volver a pasar”. Un votante socialista catalán, clase media, me envía un Whatsapp: “El Parlamento de la cuarta economía europea no puede ser un zoco oriental. ¡Qué vergüenza!”. Y una exdiputada socialista (sanchista): “El PSOE debe replantear su estrategia, se puede perder una votación por importante que sea, pero perder la dignidad es irrecuperable”.

Ambos tienen razón y además lo de las competencias sobre inmigración ha abierto la caja de los truenos: ERC se ha irritado, Urkullu, que tiene elecciones, ha exigido que Euskadi no sea menos, y el Gobierno ha ofrecido lo mismo a las comunidades que lo pidan. Pero, ojo, también dice que eso exige una ley orgánica con mayoría absoluta (176 votos) a favor y concretar los detalles. Un lío más que abre la puerta a más líos.

¿Es sostenible sobrevivir perdiendo coherencia de forma habitual? Además, continuar así es imposible salvo que Puigdemont se convierta -como San Pablo- porque los otros socios, no solo ERC, no pueden admitir ante sus electores una especie de vicepresidente en la sombra (pero bien visible), con poder de veto y sin ningún deber. 

Será muy complicado seguir así porque los otros socios de la investidura -sobre todo ERC- no podrán admitir el poder de veto de Puigdemont que se visualizó el miércoles. Y la guerra de Podemos contra Yolanda Díaz complica la política económica y social

El Gobierno puede estar ante un laberinto sin salida. Ningunear a Puigdemont sería ir a un Ejecutivo en minoría que no podría ganar ninguna votación. Comparativamente, la legislatura terminal de Felipe González habría sido el paraíso terrenal. Y seguir con el método Puigdemont-Santos Cerdán exigiría continuos saltos mortales... y milagros sucesivos. Pero Sánchez es resiliente. Pregunto a un exfontanero con galones. Gruñe, pero cree que sí. Habría que evitar al máximo los decretos-ley que se prestan a todos los chantajes en el último minuto, siempre que sea posible gobernar por decreto desarrollando leyes, tramitar pocos proyectos de ley, que se negocian con tiempo y que pueden retirarse en caso de desacuerdo. ¿Y el presupuesto? Cree que acabaría saliendo porque caso contrario el Gobierno no podría seguir y Puigdemont tiene que mantenerlo vivo por la ley de amnistía que, pese a las enmiendas del PP, casi no tuvo protagonismo.

Lo del miércoles tiene una muy mala digestión. En el caso de que sea digerible y no acabe en desenlace fatal. España votó en julio y quedó claro que era imposible un Gobierno de la derecha más la extrema derecha. Ahora el pacto Súper-Frankenstein tropieza a la primera. ¿Se puede gobernar España sin algún acuerdo de las dos Españas (la de derechas y la de izquierdas) y que no implique negar la Constitución que, bajo observación militar, consagró “las nacionalidades y regiones”? 

¿Otras elecciones anticipadas -con el paréntesis de meses que comportaría- desempatarían (algo bien) la división de los dos bloques?

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