Obituario

Adiós, doctor Rius

Para el exconseller de Salut lo primero era colaborar y entenderse para hacer bien el trabajo

Eduard Rius

Eduard Rius / Marc Martí

Joan Guix

Joan Guix

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Sorpresa y tristeza. Esta mañana me he enterado de la muerte de Eduard Rius. Inesperado. 70 años es demasiado pronto como para esperarlo. El recuerdo que tengo de él es el de una buena persona, amable, discreto, próximo y directo en el trato y, siempre, elegante, un chico atrevido con sus gafas. A pesar de que políticamente teníamos visiones diferentes, no por eso era ni un poco sectario.

Lo conocí en los años 90, cuando él era delegado territorial del Departament de Salut en Tarragona y yo era director médico del Hospital de Sant Joan de Reus. Eran unos momentos, alrededor de los Juegos Olímpicos, en los que estábamos negociando la conversión de nuestro hospital en hospital universitario. Todo fue colaboración por su parte, aunque el ayuntamiento de Reus fuera socialista y él y el Govern, convergentes. Los intereses del país y del Camp de Tarragona estaban por encima de todo. También en este sentido trabajamos juntos con todo un grupo de profesionales del territorio para impulsar un suplemento de Salud en el diario 'La Mañana', en su edición de Tarragona, y aquí, de nuevo, no vi parcialidades, sino ganas de sacar adelante el trabajo entre todos, sin diferencias.

Nos volveríamos a encontrar siendo él conseller y yo gerente del Institut Municipal de Salut Pública del Ayuntamiento de Barcelona. Tuvimos que afrontar juntos el brote de legionela de la Barceloneta del 2000, que afectó a 47 personas dejando, además, tres muertos. Nada que ver con lo que ha venido después, pero, en aquellos momentos, estos fue uno de los brotes epidémicos más importantes que afrontamos en Catalunya. El Ayuntamiento de Barcelona era del 'Tripartito' y el gobierno de la Generalitat, convergente. Había, también, tensión política y, hay que reconocerlo, ciertas ganas de que la otra banda, la que fuera, no saliera bien parada de la gestión del brote. Con una llamada se acabó todo y la colaboración entre Ayuntamiento y Departament de Salut en esta situación fue reconocida por los medios de comunicación como ejemplar. Para él, un político de pies a cabeza, lo primero era colaborar y entenderse para hacer bien el trabajo. Siempre que nos encontrábamos en algún acto los grupitos de la Generalitat y la del Ayuntamiento nos manteníamos un poco distantes. El doctor Rius no tardaba nada a acercarse, el Conseller, para hacernos participar de la conversación.

Cuando dejó de ser conseller recuerdo que se le hizo una cena de homenaje, muy concurrida de gente de todo pelaje. Eduard Rius despertaba amabilidad y camaradería. Fue un buen conseller, apreciado por la mayoría del mundo sanitario catalán.

Posteriormente nos fuimos viendo muy esporádicamente, pero siempre era, por su parte, como si nos hubiéramos visto el día anterior.

Lo echaremos de menos. Cómo decía un buen amigo mío, despedirse por siempre jamás, es demasiado tiempo.

Estas son mis vivencias personales. Puede ser que otras personas que lo conocieran no lo vieran como yo, pero este es mi recuerdo del doctor Eduard Rius, médico internista, tarraconense, y, dejadme repetirlo, amable, próximo y elegante. Un caballero.