El trasluz

Tirar la toalla

El escritor John Cheever en el despacho de su casa de Ossining. 

El escritor John Cheever en el despacho de su casa de Ossining. 

Juan José Millás

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Me parece que fue John Cheever el que dijo que su vida había sido “fría, ansiosa y solitaria”. 

Fría, ansiosa y solitaria.

Me acaba de venir la frase en el autobús. Ha helado por la noche y los viajeros vamos con ropa de abrigo, incluso de mucho abrigo. Observo las vidas de la gente, que es un modo de observar la mía, veo a los hombres y a las mujeres bajarse en esta parada o en esta otra. A veces se sube el mismo número de personas que se baja (las cuento), como si hubiera un orden que subyace al caos. La historia de la Filosofía es la búsqueda de ese orden. La de la vida cotidiana, también. Compramos lotería en esta época del año para ver si por fin se hace justicia. Si nos toca a nosotros, pensaremos que alguien o algo nos ha guiado a adquirir ese número. Cuando no nos toca, miramos el décimo con cierta decepción, a veces nos resistimos a arrojarlo a la basura porque no nos lo acabamos de creer.

¡Un reintegro, es lo mínimo que nos merecemos! ¿Es que ya no hay justicia?

A Cheever no le tocó ni el reintegro. Cuando escribió que su vida había sido fría, ansiosa y solitaria ya no esperaba nada, ni de sí mismo ni de la lotería. Hay loterías que no se adquieren en las administraciones del Estado. Me refiero a las mentales, es decir, a las fantasías de que ocurrirá esto o lo otro si hacemos aquello o lo de más allá. Si contengo la respiración durante sesenta segundos, el tumor que me acaban de analizar será benigno. Si logro llegar a la esquina sin haber pisado ninguna raya, mi hijo (o mi hija: el genérico, que no alcanza) aprobará la oposición. Si doy limosna a este pobre, se acabará el hambre en el mundo.

No hay individuo alguno que no practique estos juegos mentales. Los que me rodean en el autobús, en una mañana fría y plomiza de diciembre, están en ello. Yo también. ¿Por qué, entonces, me ha venido caprichosamente a la memoria la frase del escritor americano? Tal vez porque en el fondo me pregunto si hay un momento en el que conviene tirar la toalla, reconocer que no hay magia alguna de carácter salvador, admitir, en fin, que todas las vidas son, en mayor o menor medida, frías, ansiosas, solitarias.