La sequía sale cara

Dicen los expertos que la sequía va muy en serio y que podemos estar en el inicio de una época prolongada de insuficiencia hídrica. Un déficit entre oferta y demanda que conducirá a un incremento en el precio del agua, como sucede con cualquier materia prima escasa. Pero el caso del agua resulta de una mayor gravedad: es un bien insustituible y el más esencial para la economía y la propia vida.

La sequía genera inflación al incidir directamente en una menor producción agrícola, como sucede con el aceite de oliva, e indirectamente en el precio de la carne, por la menor disponibilidad de forraje con que alimentar al ganado. Sus efectos alcanzan también a la industria, pues no son pocas las empresas que requieren de agua abundante en sus procesos productivos, y a las economías familiares, cuyo recibo del agua puede dispararse los próximos meses. Una subida consecuencia del mayor coste que conlleva el recurrir al suministro alternativo, especialmente el sustentado en las nuevas tecnologías de reutilización y desalinización del agua.

Afortunadamente, las estrecheces hídricas en el mundo vienen de lejos, por lo que ya contamos con las tecnologías mencionadas y con experiencias satisfactorias en la gestión eficiente de un recurso tan escaso. Además, tradicionalmente se reconocía a Catalunya por su buen hacer en determinados aspectos vinculados con el ciclo del agua.

La sequía presionará al alza los precios hasta que seamos capaces de satisfacer nuestras necesidades con un menor consumo de agua, lo que requerirá de grandes inversiones y de un cambio de mentalidad. Pero el drama que se avecina en Catalunya, que incidirá directamente en el bolsillo de los ciudadanos, hubiera podido perfectamente evitarse con planificación a medio plazo. Lamentablemente, desde hace años, los gobiernos de la Generalitat no han hecho nada para evitar situaciones como la que nos acecha. Se entregaron al 'procés' y ahí siguen. Ahora discutiendo acerca de los mediadores.