Opinión |
La salida de Podemos

La resta para Sumar

La tremenda candidez de Yolanda Díaz supo ocultar la ambición de la que era portadora. Y ahí la tienen, de risas cercanas con el presidente Sánchez y tumbando la solidez del partido que nació de las plazas.

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Yolanda Díaz e iñigo Errejón  durante el Pleno del Congreso para informar sobre la situación en Gaza, Israel y Oriente Medio.

Yolanda Díaz e iñigo Errejón durante el Pleno del Congreso para informar sobre la situación en Gaza, Israel y Oriente Medio. / David Castro

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

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Sumar llegó a la escena política para clarificar esos matices que tiene la izquierda. No la extrema izquierda, que ese es otro lío sin metodología, sino la izquierda más contundente, más radical, la izquierda a la izquierda, si quieren. Y emergió un personaje político como Yolanda Díaz que es tan interesante como Pedro Sánchez. Los dos trabajan el arte de la seducción política hasta límites infinitos. Tanto sedujo Díaz en su partido anterior, Podemos, que Pablo Iglesias la propuso como sucesora. Eso tiene su mérito porque el que fuera vicepresidente del Gobierno, y ahora director de un medio de comunicación que da exclusivas de su propio partido (las paradojas del espejo), es muy listo. Sin embargo, la tremenda candidez de la líder de Sumar supo ocultar la ambición de la que era portadora. Y ahí la tienen, de risas cercanas con el presidente Sánchez y tumbando la solidez del partido que nació de las plazas.

No se podía entender que Podemos aguantara los cambios que se avecinaban desde el error que supuso la conocida como ley del 'sí es sí', que condujo al PSOE a una serie de desavenencias motivadas por las consecuencias de su mal redactado. Puede resultar un detalle, pero aquello debilitó los cimientos de la relación de Podemos con el PSOE y, de pasada, favoreció la eliminación de dirigentes que sirvieron para aquel 15M, pero que ya estaban desfasados. O no. Veremos ahora.

La política está llena de curiosidades. Por ejemplo, Pedro Sánchez tuvo que abandonar el partido, soportar la dirección de una gestora, pasearse por toda España en coche y asemejarse a su oponente en la izquierda, Pablo Iglesias, para reconducir el camino de su formación. Es bien curioso. Después de aquello, habría que recordar el clamor frente a la sede socialista en Ferraz en contra de cualquier tipo de pacto con Ciudadanos. Hace dos días.

Sumar no es Ciudadanos, ni Podemos es Sumar. La izquierda bascula hacia no se sabe dónde. El PSOE prefiere a Sumar, pero también a JxCat, que, además de independentista, es de derechas. Bueno, de “dretes”, que en catalán, también en Madrid, suena mejor. La reválida del partido de Iglesias será en las europeas. Están cerca. Como siempre, palomitas. 

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