Caleidoscopio

Julio Llamazares

Escritor y guionista. Autor de 'Luna de lobos', 'La lluvia amarilla', 'Cuaderno del Duero' y 'Atlas de la España imaginaria'.

Julio Llamazares

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Muñecas hinchables

¿Por qué en las manifestaciones de Ferraz solo había muñecas y no muñecos, qué es lo que le molesta tanto a los manifestantes de la ultraderecha de las ministras que no parece molestarles de igual modo de los ministros?

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Varios manifestantes con muñecas hinchables y banderas durante una manifestación contra la amnistía frente a la sede del PSOE en Ferraz, el pasado 14 de noviembre de 2023,

Varios manifestantes con muñecas hinchables y banderas durante una manifestación contra la amnistía frente a la sede del PSOE en Ferraz, el pasado 14 de noviembre de 2023,

Con el ruido de las manifestaciones y de la bronca política y la publicidad del Black Friday, nadie se acordó estos días de celebrar un aniversario mucho más importante que esos acontecimientos para la historia de este país: hace 90 años, el 19 de noviembre de 1933, las mujeres españolas podían votar por primera vez. Lo hacían gracias a la lucha de mujeres como Clara Campoamor, las llamadas sufragistas, y al apoyo en el Congreso de los partidos republicanos de izquierda, y España fue una de las primeras naciones del mundo en las que las mujeres pudieron votar. Lástima que solo lo hicieran un par de veces, pues en seguida llegó la Guerra Civil y hasta los años 70 no pudieron volver a ejercer el derecho al voto (ni ellas ni los hombres).

Cuando ahora se habla de dictadura y de que el Gobierno actual está quitando la libertad a los españoles (hombres y mujeres), conviene recordar que hasta hace medio siglo las mujeres en España no podían contratar, viajar o abrir una cuenta bancaria sin el permiso de sus maridos. Algo que a algunas se les olvida como demuestran con sus declaraciones o con los gritos que corean en las manifestaciones de la ultraderecha. Aunque el entendimiento que de las mujeres tienen ciertas formaciones quedó claro cuando sus manifestantes ante la sede de los socialistas en Madrid portaron varias muñecas hinchables que representaban, parece ser, a las ministras del Gobierno, a las que consideran, por lo que se ve, simples juguetes sexuales del presidente. Lo peor es que algunas de las que portaban esas muñecas eran mujeres, lo que indica su insolidaridad de género, que supeditan a la ideología. 

La semana empezó con ese aniversario no celebrado por nadie y concluye este sábado con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, cuya celebración no impide que cada año haya que homenajear a docenas de ellas asesinadas por sus parejas o exparejas en un drama al que asistimos impotentes como si fuera algo contra lo que nada se puede hacer. Concretamente en lo que va de año 52 mujeres han dejado de existir, casi tantas como los asesinados por ETA en los peores años de actividad de la banda armada. Hablar por ello de terrorismo a la hora de referirse a la violencia de género no es ninguna hipérbole, pues, aparte de sus consecuencias directas, está el terror que propagan esos asesinatos entre las mujeres que viven en situaciones semejantes a las de las asesinadas y que sienten que pueden caer también como ellas en cualquier momento. 

Por eso su protección es responsabilidad de todos, no solo de los policías y de los jueces, y empieza por la concienciación, que incluye la educación y la información pero también la persecución legal de esas declaraciones y manifestaciones públicas en las que se identifica a las mujeres con muñecas sin alma y sin voluntad a las que se las puede pinchar y dejar sin aire cuando uno quiera. Si se persiguen los delitos de odio, que se persigan también los del odio a las mujeres, que no solo se manifiesta con la violencia física sino con el desprecio moral a todas ellas como colectivo o a una parte, como las feministas o las ministras del Gobierno. Porque la pregunta es: ¿por qué en las manifestaciones de Ferraz solo había muñecas y no muñecos, qué es lo que le molesta tanto a los manifestantes de la ultraderecha de las ministras que no parece molestarles de igual modo de los ministros? Es decir: ¿de dónde viene ese odio hacia la mujer que hace que se le niegue incluso su condición de persona identificándola con una muñeca hinchable que solo sirve para satisfacer al hombre?