Conflicto de Oriente Próximo

Itxaso Domínguez

Coordinadora del Panel de Oriente Próximo y Norte de África en la Fundación Alternativas.

Itxaso Domínguez

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La violencia sobre Gaza y su contexto olvidado: más allá de una 'escalada puntual' y un territorio delimitado

La atención mediática, política y ciudadana tiende a centrarse en las escaladas de violencia, y pasa por alto el sufrimiento y la opresión cotidiana, lo que perpetúa una visión simplista del conflicto

La guerra entre Israel y Hamás, al minuto

Destrucción y muerte en Khan Younis, en la franja de Gaza, tras un ataque aéreo

Destrucción y muerte en Khan Younis, en la franja de Gaza, tras un ataque aéreo / MOHAMMED SALEM / REUTERS

En los últimos años, la Franja de Gaza se ha convertido en un trágico epicentro de conflictos y tensiones, atrayendo la atención mundial cada vez que se produce una "escalada de violencia". Sin embargo, el mundo tiende a centrarse únicamente en estos episodios puntuales, sin considerar el contexto más amplio de violencia estructural que afecta al pueblo palestino en su conjunto. Esta atención selectiva, tanto histórica como geográfica, revela una necesidad urgente de comprender y abordar el conflicto en la Palestina histórica en su totalidad y complejidad.

Desde una perspectiva histórica, el mundo parece haberse acostumbrado a la idea de que la violencia en Gaza es un fenómeno aislado. La realidad, sin embargo, es que la violencia en Gaza es solo la punta del iceberg de un contexto de dominación y asimetría estructural que ha perdurado durante décadas. La ocupación y colonialismo de asentamiento israelís se extienden por toda la Palestina histórica, afectando no solo a los habitantes de la Franja de Gaza bajo un asfixiante bloqueo, sino también a los palestinos bajo ocupación, además de a los ciudadanos palestinos de Israel y los palestinos en la diáspora.

Los palestinos en Cisjordania y Jerusalén enfrentan a diario la ocupación militar, la expansión de colonias ilegales y restricciones a su movimiento, entre otros. Desde el primer día de la ‘escalada’, en el que el mundo no podía apartar su mirada del sur de Israel, creció el miedo al este de la Palestina histórica de una aún más intensa violencia que esperaba a los palestinos en aquel territorio. Estos ya habían sido testigos de actos inauditos de violencia a lo largo de estos últimos meses, incluyendo pogromos contra poblados palestinos y la invasión militar de Yenín. Todo comenzó con la casi imposibilidad de desplazarse entre poblaciones como consecuencia del refuerzo de los 'checkpoints'. No tardaron mucho en sumarse la represión y asesinatos (62 hasta el 18 de octubre) a manos del Ejército y colonos israelís. Los testimonios de cómo un dron israelí reproducía incansablemente un mensaje grabado sobre Yatta, en Cisjordania, hablan por sí mismos: ‘Quien tenga armas, o incluso una piedra, lo alcanzaremos. Residentes, tengan cuidado. Podemos verlos en todas partes. Vamos a por ustedes’. Entre el 7 y el 18 de octubre, más de 560 palestinos habían sido arrestados en el marco de la ocupación. Al igual que cientos de miles antes que ellos, el mecanismo elegido fue la detención administrativa, que permite al Ejército israelí detener de manera indefinida sin cargos ni juicio.

Detenciones por ir contra la "moral nacional"

Por otra parte, los ciudadanos palestinos de Israel también sufren violencia sistemática, algo que invariablemente se pasa por alto, ya que Israel es presentado como una democracia liberal a ojos del resto del mundo. Y, de hecho, este ha sido un argumento central en estos días: "Una democracia no puede cometer atrocidades". No obstante, en paralelo de estos debates espurios, muchos palestinos dentro de Israel han sido despedidos de sus trabajos, y más de 100 arrestados por su apoyo a la resistencia palestina. El Gobierno israelí fue rápido (más de lo que lo fue en detectar el ataque) en presentar una ley que permitiera precisamente arrestar a aquellos ciudadanos (aunque no se diga, el objetivo claro son los palestinos) acusados de difundir mensajes que atenten contra la "moral nacional". A los periodistas y otros ciudadanos, incluso a los extranjeros, se les podrían registrar sus hogares, confiscar sus propiedades y arrestarlos por mensajes que el Gobierno considere indeseables. Los también llamados ‘palestinos del 48’ se enfrentan, además, a amenazas de violencia tanto en línea como fuera de ella, con grupos en Telegram que incluyen detalles sobre familias o residencias de algunos de ellos para que extremistas salgan ‘de caza’.

El alcance de esta violencia no se limita a las fronteras geográficas de la Palestina histórica. Los palestinos en la diáspora, a pesar de estar lejos de su tierra natal, llevan tiempo recordando al mundo que son parte activa de la lucha. A lo largo de estos últimos días, han sufrido de nuevo en sus propias carnes la violencia sistémica ejercida contra el pueblo palestino. Hablamos sobre todo de actos de islamofobia, que arrojan luz sobre el papel esencial del racismo en el contexto de Palestina. A esto se añaden medidas de represión que afectan también a aquellos que abogan por los derechos humanos de los palestinos en varias localizaciones: tanto en forma de censura en línea, a manos de las redes sociales, como de prohibiciones de expresar su solidaridad, como consecuencia de la prohibición de manifestaciones en Francia, o de ondear la bandera palestina en el Reino Unido.

La atención mediática, política y ciudadana global tiende a centrarse en un territorio y un espacio temporal delimitados durante las ‘escaladas puntuales’, mientras que se pasa por alto el sufrimiento y la opresión cotidiana, el contexto más amplio de violencia estructural, que afecta a los palestinos día a día. Este enfoque no solo perpetúa una visión simplista del ‘conflicto’, sino que también limita la imaginación política que exige buscar la manera de garantizar no solo el cumplimiento del derecho internacional, sino sobre todo la justicia y dignidad para el pueblo palestino, para todos y cada uno de sus miembros.

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