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Gaza: evitar lo peor

Europa se debate entre respaldar a Israel contra el terrorismo salvaje de Hamás o priorizar los derechos más elementales de los habitantes de la Franja. Las dos cosas están bien, pero son difíciles de compatibilizar

La UE condena a Hamás y pide a Israel que se defienda de acuerdo con el Derecho Internacional

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, saluda al presidente palestino, Mahmud Abás, este viernes en Amán.

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, saluda al presidente palestino, Mahmud Abás, este viernes en Amán. / JACQUELYN MARTIN / POOL / REUTERS

Joan Tapia

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El último ataque de Hamás, con 1400 muertos y 199 rehenes, es el peor atentado terrorista sufrido por Israel. Pero Hamás también ha infligido un gran castigo a los 2,3 millones de personas que viven en Gaza, lo que escapa a toda racionalidad.

Era evidente que Israel respondería intentando por todos los medios liquidar a Hamás. Por eso los continuos y masivos bombardeos aéreos, los cortes de suministros esenciales y la orden a la población de que abandone sus domicilios en un éxodo rápido y casi imposible hacia el sur. Y 300.000 soldados esperan una orden de invasión que parece imparable. Israel se siente ante un grave peligro. No solo Netanyahu. Un gran crítico suyo, el exprimer ministro laborista, Ehud Barak, ha dicho que "están obligados a lanzar una ofensiva terrestre para crear una situación en la que Hamás no tenga ninguna capacidad de hacer daño". ¿Sin reparar en nada?

Estados Unidos y la UE presionan para que la lucha contra Hamás no implique la violación de los derechos humanos más elementales. ¿Conseguirán frenar la invasión, el castigo indiscriminado a la población y la escalada salvaje de la violencia? No hay muchas esperanzas y se teme, cada día más, que el conflicto de Palestina no tenga solución.

Israel quiere que, con la ayuda humanitaria, parte de la población huya por el paso fronterizo de Rafah, pero Egipto se niega a abrirlo porque teme tener que asumir la carga de muchos refugiados. Blinken, el enviado de Biden, no lo ha logrado y Europa se debate entre respaldar el derecho a la defensa de Israel (Ursula von der Leyen) o priorizar la protección de la población del territorio (Borrell). Las dos cosas están bien, pero se están demostrando casi incompatibles.

Europa y Alemania tienen responsabilidad. Quizás sin la asesina persecución de Hitler, la aprobación por la ONU en 1948 del estado de Israel habría conllevado más garantías. Pero los habitantes de Gaza no pueden ser hoy víctimas ni de la historia ni de la locura terrorista de Hamás.  

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