Conflicto Israel-Gaza
Eugenio García Gascón
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Las responsabilidades esperarán hasta después de la guerra

Una comisión independiente que examine este caso sin duda acabará hallando a responsables en los servicios de inteligencia y en el ejército, pero parece difícil que cargos políticos de primera fila sean castigados por unos errores descomunales

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No hay duda de que después de la tragedia que ha sufrido Israel desde el sábado habrá que depurar responsabilidades. Ni los servicios de inteligencia ni el ejército se enteraron de lo que tramaba Hamás, a pesar de cientos o miles de personas estaban al tanto. Las circunstancias que rodean esa ignorancia exigen un depuración que, probablemente, tratarán de eludir los responsables de las instituciones, aunque será necesario esperar hasta que se den esos pasos.

En el entorno del primer ministro, Binyamín Netanyahu, se ha indicado que la depuración no se hará hasta que termine la guerra, lo que no parece que vaya a ocurrir pronto, máxime si se tiene en cuenta que en apenas unas horas el ejército ha movilizado a 300.000 soldados, una movilización sin parangón desde la guerra de cctubre de 1973, de la que este mes se cumplen exactamente cincuenta años.

Al día siguiente de la ofensiva de Hamás, el veterano periodista del Canal 12, Amnon Abramovich, de quien no puede decirse que esté enamorado de Netanyahu, advirtió que el primer ministro tiene una gran parte de responsabilidad en lo ocurrido. Su razonamiento, que comparten muchos israelíes de la oposición, es que el primer ministro lleva muchos años impulsando a Hamás, puesto que de esta manera ensombrece las posibilidades de una negociación con los palestinos.

No hay nada que Netanyahu tenga más alejado de la mesa de su despacho que el dossier de las negociaciones de paz. Netanyahu no quiere hablar del tema; de hecho nunca habla; ni quiere que los demás le hablen del tema. Los mandatarios europeos, especialmente los franceses y alemanes, están muy calladitos y hacen como si no vieran la brutalidad diaria de la ocupación con la que Israel castiga a millones de palestinos.

Para Amnon Abramovich, Netanyahu sería el primer responsable de lo ocurrido el 7 de octubre, pues esa tragedia es el resultado del empoderamiento de Hamás, que él ha apoyado para demostrar al mundo que no tiene con quien negociar. Sin embargo, y aunque los dirigentes israelíes lo expliquen así de una manera interesada, Hamás no tiene nada que ver con los descerebrados del Estado Islámico y de Al Qaeda. Cualquiera que se haya reunido alguna vez con algún responsable de Hamás sabe que con ellos es posible razonar y no viven en un proceso de alucinaciones, como el Estado Islámico o AlQaeda, justamente lo que Netanyahu quiere que los occidentales pensemos.

Netanyahu seguramente no pagará por esa felonía puesto que cuenta con el respaldo de la mayoría del parlamento. Una comisión independiente que examine este caso sin duda acabará hallando a responsables en los servicios de inteligencia y en el ejército, pero parece difícil que cargos políticos de primera fila sean castigados por unos errores descomunales que no son el resultado de unos días o unos meses, sino de muchos años de una política equivocada, contraria a derecho y al sentido común.

Hamás ha sido útil a Israel hasta el 7 de octubre por varios motivos, no siendo el menor de ellos el hecho que mantiene bajo control a una población de más de dos millones de personas en la franja de Gaza, que llevan lustros encerrada a cal y canto, sufriendo las descomunales miserias de un brutal bloqueo impuesto por Netanyahu. Es verdad que, de tanto en tanto, Hamás daba algún problema, pero se trataba de problemas menores, que como mucho se resolvían en varios días. Ahora bien, lo ocurrido este fin de semana modifica completamente el 'statu quo', y la primera consecuencia será que Netanyahu dejará de alimentar el “monstruo”, lo que no significa que el “monstruo” vaya a desaparecer por arte de magia.

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