Negociaciones

La gran infección

La fallida investidura de Feijóo ha certificado la rendición con armas y bagajes a un discurso donde el insulto, la amenaza y la hipérbole buscan llegar a la temperatura de ebullición

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durant la celebració del Fòrum la Toja Vincle Atlàntic, al Centre de Convencions de l'Eurostars Gran Hotel La Toja, a 30 de setembre de 2023, en Illa de la Toja, O Grove, Pontevedra, Galícia (Espanya).

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durant la celebració del Fòrum la Toja Vincle Atlàntic, al Centre de Convencions de l'Eurostars Gran Hotel La Toja, a 30 de setembre de 2023, en Illa de la Toja, O Grove, Pontevedra, Galícia (Espanya). / Agostime - Europa Press

Carles Francino

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La puñetera pandemia del covid nos refrescó la memoria. Hoy tenemos más claro que nunca cómo un virus puede provocar infecciones de caballo al colarse donde no le llaman. Pueden ocurrir tres cosas: que su ataque desborde las defensas; que se llegue a un punto de equilibrio y la infección se convierta en crónica; o que el virus pueda ser expulsado. No sé en cuál de las tres fases se encuentra ahora mismo la política española, pero en la tercera seguro que no porque el virus de la ultraderecha lo contamina todo. El genio de este inquietante neofascismo escapó de la botella, o sea de las siglas del PP, cuando los irresponsables -e incompetentes- promotores del 'procés' lanzaron su órdago; aunque tampoco hay que cargarles a ellos toda la responsabilidad. La larva del franquismo, como el dinosaurio de Monterroso, estuvo siempre ahí, agazapado. Y ahora tiene a tiro la santísima trinidad de sus enemigos seculares para hincarles el diente: el socialcomunismo, el independentismo y el feminismo.

Lo peor de este proceso infeccioso es que la derecha racional ha acabado sucumbiendo al ardor guerrero de la caldera madrileña. Es más, la fallida investidura de Feijóo ha certificado la rendición con armas y bagajes a un discurso donde el insulto, la amenaza y la hipérbole buscan llegar a la temperatura de ebullición. Cualquier tiempo pasado fue mejor es el lema del momento, también en boca de veteranos dirigentes socialistas. O sea que la enfermedad se extiende. Conclusión: resulta evidente que se pueden -y se deben- fiscalizar las negociaciones de Pedro Sánchez en su intento de repetir bingo; son legítimas las críticas a su querencia por la prestidigitación; e incluso es válido el argumento de que ante tamaño carajal es preferible tirar de nuevo los dados; o sea, volver a las urnas. Pero nada de eso tiene que ver con el cabreo cósmico que exhibe la (ultra) derecha española -política, económica, mediática y judicial- por llevar tantos años alejada de un poder que considera derecho de pernada. No vale arrugarse ante ellos. Y cuando hay infección, lo aconsejable es vacunarse. 

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